Angkor, día 2

Yo no me creía cuando me decían que para conocer Angkor se necesitaban varios días 😉 Pero la realidad es que sí. Nosotros estuvimos dos, (aunque la entrada de dos días, te permite visitarlo durante tres) y todavía nos quedaron cosas por ver y entender. Es una ciudad completa impresionante. 

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Desayuno en nuestro querido hotel y en marcha. Parada para echar gasolina (se ven muchos pequeños puestos de gasolina, algo que ya vimos en Bali) a lo largo de la carretera. Parada para hacer foto a la señal de los elefantes 😉 adelantar a algunos elefantes y ya en seguida llegamos a…

La Puerta Norte de Angkor Thom

Si ayer habíamos entrado por la puerta sur, hoy – que no entraremos en la ciudad, sólo la bordearemos por delante de la terraza de los elefantes – sí que haremos una parada en su puerta norte. Si la sur fue impresionante, esta quizá lo es más. Al cruzarla tienes la sensación de entrar en un videojuego o una película o en Jurassic Park 😉 Nosotros estuvimos impresionados con los elefantes de piedra. Con las cabezas algo menos, pues ya habíamos visitado Bayo el día anterior.

Prea Khan: espada sagrada

A mí, este templo, con permiso de Angor Wat, es el que más me emocionó de toda la ciudad de Angkor. Fue construido por Jayavarman VII, el rey que liberó a los jémeres de la invasión de los cham en el siglo XII y que convirtió a la nación al budismo, abandonando el hinduismo de anteriores reyes, quienes construyeron unos 50 años ants el propio Angkor Wat (Fue para conmemorar esa victoria que se construyó Angkor Thom)

El templo tiene planta cuadrada, pero los pasillos que se pueden transitar forman una cruz, con una pequeña estupa en el centro de todo el templo, que es enorme. A los lados muchos patios derrumbados y con vegetación, dan al lugar una apariencia onírica. Muchos de los templos en Angkor no se encuentran reconstruidos, como Ta Prohm. Otros sí, mediante la controvertida anastilosis, para lo que las autoridades camboyanas han ido contando en las dos últimas décadas con la ayuda de Japón, China, India, o Estados Unidos, de tal forma que en general cada país, contribuyó al estudio y mantenimiento de un templo.

Fuimos recorriendo el edificio en sentido antihorario. Entramos por el norte, llegamos al centro, oeste, vuelta, sur, vuelta a la estupa y salimos por el este. A mí me impresionó. Casi más que Angkor Wat, como digo, porque además había muy poca gente. ¿Siguiente parada?

Jayataka Baray y Neak Pean

Los baray son una tradicional construcción de estanques por parte de los jémeres. Se duda de si tenían un sentido religioso hinduísta (el mar en torno al Monte Meru, donde vive Shiva) o una aproximación más pragmática y eran utilizados para la irrigación.

Cruzando el baray por una larga pasarela de madera dejando los impresioantes reflejos del cielo a ambos lados, llegamos al pequeño templo de neak pean, o de las serpientes entrelazadas. Si os fijáis – nosotros no nos dimos cuenta estando allí, se ven dos serpientes de piedra que forman la base del templo.

Ta Som

Al este del baray se encuentra Ta Som. El punto más oriental que visitaríamos en los dos días. Es un pequeño templo que Jayavarman VII dedicó a su padre y que como algunos otros, no ha sido restaurado – si asegurado y conservado – y en el que los árboles campan a sus anchas entre las ruinas. 

Lo que más recordaremos de este templo – además del calor – son los cuatro elefantes de piedra. Y también que por primera vez en los dos días, los vigilantes le dijeron a algunos turistas que no se subieran a las ruinas para hacerse fotos. Algo muy común por esta parte del mundo y que no llevo con paciencia. 

Banteay Kdei

¡Y seguimos! Este es budista. Así que si estáis siguiendo con atención el post, ya sabéis que se construyo a la vez que los primeros, 100 años después del que vimos justo antes y que fue obra de nuestro ya conocido Jayavarman VII

Este templo no tiene elevación prácticamente en altura y los cruzamos de este a oeste como si fuéramos unos soles 🙂 A la entrada unas vacas pastaban tranquilamente. Tan tranquilamente que hasta se metieron dentro del templo, aunque no nos dio tiempo a hacerles una foto… 🙁 Al final del templo, una chica nos recitaba los números en español para que le compráramos unas postales… Como en muchos otros templos de la ciudad – pero no en todos – quizá en los ¿menos relevantes? a la entrada había algunos puestos de artesanías, camisetas y etc…

Srah Srang

Y ya íbamos terminando la jornada por hoy. En el embalse sur. Los arqueólogos suponen que en el centro hubo un templo, como en otros baray pero no es seguro. Hoy en día no se ve nada más allá de la belleza del entorno.

Rumbo a Filipinas

Era la hora de comer, pero nos tocaba volver ya. Justo un par de días antes nos habíamos dado cuenta de que nos habíamos equivocado con la fecha del vuelo. Teníamos habitación reservada en el hotel pero la noche la pasamos volando a Manila. Tampoco nos vino tan mal, por que así nos dimos nuestro último baño y comimos nuestros últimos nuggets con arroz 🙂

Tarde en casa, escribiendo, preparando la maleta y descubriendo quién era la número uno del mundo de tenis. Ah! y viendo el funeral de estado del sexto presidente de Singapur.  En la televisión del hotel se mostraban los horarios de los vuelos 🙂 pero no nos hizo falta. Nuestro conductor se portó guay y nos llevó por sólo 2$ al aeropuerto.

Tocaba decirle adiós a Camboya. Un país en el que habíamos estado muy bien. Me llamó la atención, por cierto, que los mostradores de facturación eran compartidos por diferentes aerolíneas. No veíamos el de Cebú Pacific y era porque aún quedaba un rato para que saliera, así que aproveché para llamar a casa 🙂 Las tarjetas de embarque, lógicamente, tienen el logo del aeropuerto y no de la aerolínea, algo que nunca había visto.

Cruzamos la seguridad, nos quitan nuestras tijeritas de Vietnam, y ya no parece que estemos en Camboya – salvo por el detalle de las columnas que imitan a las de Angkor 😉 Un Whooper y una sandwich del costa y ahora sí, hasta la siguiente Camboya.

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