Hoy será un día tranquilo. Hoy queremos visitar la isla de Panglao. No es muy grande, pero está llena de pequeños rincones muy bonitos. Nuestro paseo no será muy largo pero si muy agradable. Qué viva Panglao.
La mañana nos la tomaremos con tranquilidad. Después de dos días de excursiones, de aquí para allá, queremos descansar un poco. También aprovecharemos parte de la mañana para trabajar e ir actualizando el blog, y organizando el viaje. Tranquilos, primero ducha y rico desayuno. Yumii. 😉
Dos funerales y un embarcadero
Nuestro plan es ir dando un paseo hasta el pueblo. Son unos 40 minutos andando, pero el sol pega con fuerza, así que decidimos parar un Tuk Tuk y llegar hasta el pueblo en él. Todo un acierto.
En el pueblo visitamos primero la iglesia de San Agustín (1782). Lo hicimos desde fuera, y con mucho respeto, ya que dentro se estaba celebrando un funeral. No era un buen momento para visitar el templo. Aunque por fuera es impresionante y muy grande.
Detrás de la iglesia, se puede contemplar una gran torre de 5 plantas, datada en 1851. Es la más alta de este tipo que aún se conservan en Filipinas, aunque está en proceso de restauración, ya que se encuentra en un estado muy deteriorado.
Seguimos paseando y encontramos un pequeño embarcadero con unas vistas impresionante. El mar estaba en calma, y la luz era preciosa. Nos ofrecieron la oportunidad de sacar unas fotos chulísimas, aunque en directo era aún más hermoso.
Comida y Cena (vivimos para alimentarnos) 😉
Volvimos a la plaza principal, para buscar algún restaurante y justos pudimos ver cómo finalizaba otro funeral en la Iglesia de San Agustín.
Nosotros nos moríamos, pero de hambre, 😉 así que entramos en el único lugar abierto por allí. Restaurante La Familia. Estábamos sólos, pero muy a gusto. Yo me pedí una especie de guisado de carne (muy rico) y Pedro una pizza (no tan rica pero pasable). Con nuestra cervecita San Miguel pasamos la comida y la sobremesa muy bien. Nos tomamos hasta postre. Mango Flotante. Yumiiii 🙂 Vivimos a lo loco.
Al salir de comer, entramos por fin a la iglesia (tras los funerales). Nos recordó a algunas iglesias mexicanas y españolas, claro. Compramos algo de cena, visitamos Park n´ Go Bakery, y a casa a descansar.
Hoy tocaba sesión de cine. Terminamos de ver el Halcón Maltés, con el magistral Humphrey Bogart, mientras nos zampábamos unos sándwiches de atún. Cuanto glamour. Ahora ya sí. Buenas noches.
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