Arenas sonoras en Coffs Harbour y a dormir a ¿Italia?

Estamos casi en el medio de ningún lugar. Creo que pocas veces habremos dormido con menos gente en kilómetros a la redonda. Nos despertamos con el sonido de las aves. De muchos aves. Desayuno – sin café – y de vuelta a la carretera. Tenemos cosa de dos horas hasta llegar a la carretera principal. Sí, claramente ayer nos vinimos arriba.

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Nadie por la carretera. Bueno, ningún humano. Vacas muchas. Y praderas, y el día que se va abriendo camino ganándole la posición a la bruma de la noche que se va deshaciendo entre los montes. Y Bach sonando en la radio. Y un canguro saltando entre los árboles. Sí, tuvimos un camino muy agradable. 🙂

Sobre las 9 de la mañana llegamos a Kempsey. Como muchos días de este viaje, pararemos a tomar café. Habíamos intentado parar en el pueblecín de antes, pero estaba todo cerrado. El elegido es Peak Coffee, en la calle principal, donde los vecinos madrugadores se preparan para ir a hacer senderismo o bici.  Terminamos de desayunar al ritmo de la sintonía de Benny Hill, en la radio. Sí.

Coff Harbour y un plátano gigante

Puesto que hemos dedicado tanto tiempo a llegar a la carretera del Pacífico desde donde hemos dormido, no entramos a Port Mcquarie que era nuestra idea inicial. En su lugar nos dirigimos directamente hacia esta ciudad de la costa que ganó un premio hace años por el mayor crecimiento relativo en población (curioso premio) y que fue en su momento un importante centro de cultivo de plátanos.  

Llegaremos directamente a la zona del muelle. Una construcción de hace más de cien años, en los tiempos anteriores al ferrocarril cuyo fin era poder embarcar la madera que se procesaba en la región. Fui allí la primera vez que vimos unas extrañas figuras en la arena, como una especie de decoración. Más adelante nos dimos cuentas que es la actividad de un minúsculos cangrejos. Damos un paseo por la playa que hace un sonido extraño.  Como de pista de baloncesto. Nos enteraremos días más adelante, en Airlie Beach, donde el sonido es similar que hay mucho silicio en la arena. Pensamos que esa es la explicación. ¿?

Mientras los niños saltan del muelle al agua justo al lado del letrero de prohibido hacerlo y los militares de un centro cercano hacen su entrenamiento matutino, Nagore y yo vamos dando un paseo hasta el final del muelle. Ya de vuelta a la furgo. Llenamos la garrafa de agua y listos para seguir camino.

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Justo entonces me dio por echar un ojo a la Wikipedia y vi que la ciudad es famosa por su escultura de un plátano gigante. Una de las primeras Australias´s Big Things. Muy fan. Veremos muchos más a lo largo de los 3.000 kilómetros que nos quedan. Así que pararemos a verlo y ver el parque de atracciones que han montando en torno a él.

Otra horita más. Llegamos al área de servicio de Glenugie.  Donde un cartel recuerda la vida de un empresario local que se dedicó a comerciar con la madera, y vemos una de las máquinas que usaban para transportarla.

La idea es ya comer y quedarnos a dormir allí. Pero tampoco es realmente bonita (sobre todo comparada con la de los días anteriores) así que nos animamos, después de comer a agotar las últimas horas de sol y llegar hasta New Italypor el camino en la radio sonará Conchita Supervia, zarzuela española!

La verdad es que acertamos. Aunque cuando llegamos ya está todo cerrado. Se trata de una pequeña zona con un camping, un centro de actividades y dos pequeños museos. Rodeado de réplicas de estatuas de Miguel Ángel. Pudimos preparar algo de cenar y pronto a dormir. Un día bastante curioso.

 El origen de New Italy es digno de ser contado. En 1879, el marqués de Rays quería establecer colonias en la isla de Nueva Francia (Hoy la isla de Nueva Irlanda en Papúa Nueva Guinea) Para ello fletó diferentes barcos y ofreció a los colonos una descripción de una especie de tierra prometida. 

Más de 500 italianos de la zona del Venneto le hicieron caso y se embarcaron en Barcelona, en el India. Más de ciento cincuenta murieron en la travesía. El resto vivió unos meses de penalidades y mentiras que les llevaron a peregrinar por Port Breton y Nueva Caledonia hasta que finalmente llegaron a Sidney y de ahí a esta zona, donde finalmente se establecieron.

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