Vacaciones en el Mar Filipino

Hoy toca día en el barco. Por el precio que nos costaba el vuelo, hemos decidido viajar en barco, en primera clase y con tres comidas incluidas (aunque la cena de hoy no la haremos) Estaremos más de 24 horas recorriendo la costa filipinas. Un pequeño capricho que hemos disfrutado un montón.

Love Boat Filipino

Más o menos así pasamos el día Pedro y yo. 😉 Al despertar abrimos las cortinas de nuestro camarote y pudimos ver como nos acompañaba una bandada de gaviotas. Todo muy bucólico. Teníamos que darnos prisa porque casi no llegamos a desayunar. Menú: arroz,  hamburguesita y una especie de atún desmigado. Apetecer, no apetecía. Pero nos lo zampamos todo mientras pasábamos por la isla Sibuyan 🙂 Música de fondo, villancicos. ¿Quizá les guste la navidad en este barco?

Después dimos largos paseos por la cubierta y de vuelta al camarote. Esas horas muertas en el barco las aprovechamos para leer, dormir aún más, seleccionar fotos para el blog (sin internet no podíamos hacer mucho más). Estuvimos la mar 😉 de agusto. 

Camaroteando

Llego la hora de comer, y allí que nos fuimos. Menú: merluza, vainas y arroz (que no falte). Música de fondo: villancicos. Nos fijamos que en el mar había unos peñascos señalizados, para que los barcos los esquivaran. ¿? A parte de eso, la tarde se pasó igual que la mañana. Modo relax. Un señor intentó entrar en nuestra habitación pensando que era la salida del pasillo, y eso fue lo más interesante que pasó. 😉

Tardamos en llegar al muelle que nos correspondía. Igual que el día anterior que salimos con retraso, llegamos con retraso. Un último padre nuestro para que en el desembarco saliera todo bien y mensaje del capitán del barco Leo Inocenco de despedida.

Nota curiosa: en la normativa del billete, ponía que estaban prohibidos todo tipo de animales, salvo una excepción. Los gallos de pelea.

Todo perfecto. Aunque nosotros preferimos aguardar un poco más. Esperamos que saliera la gente en masa. Y salimos casi los últimos. La llegada a Manila fue muy caótica. Nos acosaron un montón de taxistas y tuk-tukeros para ir con ellos. Nosotros somos fieles a nuestro ubercito, así que lo llamamos y nos llevó a nuestro nuevo hogar.

Nos costó entrar a la casa, pero al final nos abrieron y pudimos llegar a la habitación de airbnb. Estábamos cansados y teníamos hambre así que el sitio más cercano era un Jollibee. Tuvimos que buscar primero un cajero porque en pocos sitio aceptan pagos con tarjeta en Filipinas, así que después de un rato, pudimos cenar por fin. A Pedro le gusta este sitio. Mi opinión es que es asqueroso. Música de fondo: villancicos. Ahora está claro. En Filipinas se pirran por la navidad. Aunque sea Septiembre.

Rápido para casa. Y a dormir. Buenas noches.

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