Manileando en Manila

«I keep coming back to Manila
Simply no place like Manila
Manila, I’m coming home»

Hot dog

Pedazo de día el que nos espera. Hoy nos disponemos a turistear Manila. Anoche llegamos y derechos a la casa. Pero hoy descubriremos una ciudad que superará las expectativas. Que eran bajas 🙁

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Catedral de Manila

Como estamos en plan turistas de manual nuestra segunda parada del día será la catedral. La primera ha sido el piso de abajo para ducharnos y desayunar. Hemos probado el mangostán, hasta el momento de escribir esto – ya en Myanamar – nuestro último descubrimiento frutil.

Ubercito y a la plaza Roma. Nos habían prevenido tanto sobre el tráfico de Manila, que nos parece que llegamos en seguida. 🙂

En el lugar que actualmente ocupa la catedral de Manila, perdón, la Catedral Basílica Metropolitana de la Inmaculada Concepción, se han sucedido ocho edificios – desde el primero de bambú y madera del siglo XVI, pues el edificio ha sufrido gravemente los varios terremotos de la historia de la región y fue por último completamente destruida durante la batalla de Manila en la segunda guerra mundial. (De la que no tenía ni idea, y que redujo la ciudad entera a cenizas) 

Nos gustó porque parecía en cierto modo un museo, dado que había muchos cartelitos para leer sobre cada una de las capillas (Pedro 1: Nagore 0 😉 Un paseo por las catacumbas donde están enterrados obispos de la diócesis (para mí las catacumbas siempre implicaban que había romanos enterrados y quizá Indiana con una antorcha, pero aquí no, claro.) y vuelta a la luz del día.

Fuerte Santiago y Museo Rizal

El día comenzaba bien y nos fuimos para el que quizá sea el lugar más conocido de Manila, el fuerte Santiago en Intramuros (la ciudad antigua) Como ya nos pasara en Cebú es una sensación extraña el recorrer la ciudad, pues por un lado se nota la influencia española, pero mucho menos de lo que cabría esperar en un país que tuvo presencia española directa casi 100 años más que América, hasta el famoso 1898, cuando a punto estuvimos de perder Canarias también.

Al igual que que la catedral el fuerte resistió intentos de invasión,  incluida una breve pero exitosa por parte de los británicos en 1762,  y terremotos pero no pudo aguantar el bombardeo aéreo por parte parte de EEUU en 1945 para liberar a la ciudad de la ocupación japonesa. El fuerte se encuentra por tanto fuertemente restaurado y alberga en su interior el museo a la figura de Jose Rizal, uno de los padres de la patria filipina moderna (de quien tampoco había oído hablar) Es curioso cómo – quizá fuera en los 90 – pero creo que se nos enseñaba mucha más historia de América que de Filipinas. 

Disfrutamos del fuerte, de hecho eso contestamos una encuesta sobre la satisfacción de nuestra visita para unos niños, pero a mí el museo me pareció más interesante que el fuerte y eso que en sus murallas parece que hubo en su momento un portal de teletransporte 😉 o algo así debió pensar el soldado que se teletransportó a México.

Visitamos los diferentes bastiones, desde los que se tiene una gran vista del río Pásig y poco a poco fuimos dando por terminada la visita. ¿Por qué? Porque había hambre. Fuimos a El Desván, dentro del recinto. Nos comimos dos tres hamburguesas con queso y nos dirigimos a…

Intramuros

Comenzamos la tarde paseando por la parte amurallada de la ciudad: intramuros. También sufrió enormes bombardeos en 1945 – se estima que murieron unas 100.000 personas durante el bombardeo y la masacre de Manila, a cuyas víctimas homenajea una escultura en la Plazuela de Santa Isabel, que fue lo primero que vimos.

Paseamos por la plaza de la iglesia de San Agustín (no entramos que era un poco caro, pero volvimos al día siguiente – menos mal) y Casa Manila, no entramos que ya estaban cerrando pero sí disfrutamos de sus patios y fachadas. Pasamos un rato visitando el museo y biblioteca de la macro tienda de artesanía que está más adelante en la calle del General Luna.

Esta zona de la ciudad sí nos recordó un poco a ciudades coloniales como Cartagena de Indias, pero claro, se nota la catástrofe que debió ser. A lo largo de la zona, varios carteles informan de «aquí estuvo el edificio…» Iba atardeciendo y nosotros tomamos rumbo sur para salir ya de intramuros.

El parque Rizal

En un ratín llegaríamos a este parque, epicentro de la ciudad. Puesto que estábamos justo en la mitad teníamos que decidir si lo recorríamos hacia el noreste o hacia el suroeste. Pues pa´rrriba y listo. Entramos a una especie de museo al aire libre dentro del parque. En la música ambiente oíamos a Hot Dog cantarle a la ciudad, mientras caminábamos  entre bancos de kit kat o alguno de los tradicionales jeepneysuno de los elementos más característicos de Filipinas

Dimos un paseo por el norte del parque, sin llegar al mapa de relieve de la islas, eso lo veríamos al día siguiente, dando la vuelta en el museo de antropología, que se encuentraba en obras y que, al igual que en Viena, tiene en frente un museo simétrico, el de historia natural.

Giramos y vemos un impresionante atardecer. Vamos caminando hacia él 🙂 Como ya nos ha pasado alguna vez este año, fue acercarnos al estanque central del parque y comenzar un espectáculo. En este caso de luz, música y agua. Fuimos dejando atrás los acordes de Let it go, let iiiiiiiiiiiit go… de camino al Acuario. Quedada Pokemon, como ya vimos en Hanoi y Saigón. Las tres junto a ríos, lagos o mares 🙂

El precio del Acuario es demasiado alto para nuestro bolsillo así que nos vamos retirando ya. Hola kilónetro cero de Filipinas. Hola 7-Eleven. Con nuestros sándwiches bajo el brazo, un uber y a casa. Fin de la cita.

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