Seguro que se te ocurren antes cinco grupos de Manchester que cinco atracciones turísticas en la ciudad. Sin embargo, fieles a nuestra pasión por conocer cualquier ciudad o lugar que se ponga a tiro, nos embarcamos hacia la lluviosa primavera de la ciudad que dio nombre a un tipo de sonido.
Viernes, 6 de mayo. Nada más llegar del aeropuerto cogimos el tren shuttle a Picadilly Station, la principal estación de la ciudad, en detrimento de Victoria Station, elegida poco antes la peor de todo el Reino Unido.
A la salida, sendos Costa Coffe y Café Nero – que había descubierto en Liverpool gracias a Nagore – libraban su particular batalla y nos daban la bienvenida a la ciudad. Muy cerca estaba la antigua fábrica de sombreros reconvertida en hostel en el que nos quedaríamos durante el finde.
Dejamos las cosas y fuimos a dar una vuelta hacia los jardines de Picadilly, una de las zonas más concurridas de la ciudad a la que volveríamos cada día. Desde allí llegamos a Exchange Square, donde vimos la «Wheel of Manchester» por primera vez, poco después ya nos fuimos a descansar.
Lluvia, museos y la noria
El sábado amanecimos temprano, desayunamos y fuimos a conocer Manchester. Sin prisas, tranquilamente. Con esa tranquilidad que da lo de «no hay nada que ver».
Nuestra primera parada fue en la espectacular oficina de turismo de Picadilly. Para mí fue ya una experiencia en sí misma. Descubrí la primera Microsoft Surface que ví en mi vida (si no estoy equivocado, luego Microsoft decidió usar ese nombre para las tablets, pero no era esa la idea inicial) Además, se mostraban en pantallas los tweets de la gente en torno a Manchester, algo novedoso en la época.
Sin prisa, fuimos recorriendo calles comerciales en torno a Market Street – con parada en Primark y en un Costa- hasta llegar al barrio en torno al río Irwell en la zona del puente de Calatrava de la ciudad, donde visitamos el curioso museo de «la historia de la gente» donde disfrutamos como niños con diferentes exposiciones interactivas y gracias a una precioso gramola nos metimos en el papel de la ciudad al ritmo de Wonderwall.
Seguimos recorriendo calles y viendo la zona en torno al río para desde allí pasear por la Ópera, y Hardman Square para volver a comer al restaurante del museo.
Una sopa del día después y ya por la tarde nos acercamos a ver el impresionante ayuntamiento de Manchester de estilo victoriano que se erige frente a Albert Square. Seguimos hacia la sinagoga de la ciudad y visitamos una muy interesante exposición de esculturas modernistas en la biblioteca, y cerradas tiendas «abiertas 24 horas» Aprovechamos para comprar la Hello que se hacía eco de la boda real celebrada la semana antes. 😉
De camino ya de vuelta tuvimos la oportunidad de montarnos en la que era – y quizá sigue siendo – una de las principales atracciones de la ciudad: la Manchester wheel. La noria que se fue a Edimburgo y volvió cambiada. Una cenita en Wagamama, persiguiendo la increíble tarta de queso que había probado por primera vez en Londres y a descansar.
Old Trafford y un ventilador increíble
El domingo nos levantamos temprano y fuimos a visitar Old Trafford. Era día de partido. Todavía no lo sabíamos pero el Manchester ganaría al Chelsea por 2-1. Una visita por la tienda, una visita rápida al McDonalds de la plaza del ayuntamiento y ya nos despedimos de la ciudad. No sin antes descubrir publicidad de los ventiladores Dyson que me impresionaron enormemente, y que desde entonces se han hecho conocidos y han convertidor a su fundador en el mayor terrateniente de Inglaterra, por delante de su ilustrísima majestad.
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