Como todos los posts de crónicas de viaje de este blog, la fecha de publicación es la fecha del viaje. Este post lo hemos escrito en 2020. Lo que le añade un matiz interesante.
25 de agosto. 7:00 de la mañana. Terminal 2 de Madrid Barajas. Asientos 25B y 25C. Con mucha ilusión volamos hacia Narita, Tokyo. Será nuestra primera vez en Asia. Haremos escala en Roma Fiumicino, una aeropuerto que ya recordarmos – creo – de nuestro viaje a Cuba. Tomaremos café en el mismo sitio. Si os fijáis en las fotos, se puede ver que llevábamos los billetes impresos en papel!! (Bueno ahora también lo hacemos a veces, por si nos piden en frontera ver el billete de salida y por no depender del móvil)
Konnichiwa
El vuelo tiene una duración prevista de 12 horas y 10 minutos. Recuerdo un vuelo agradable, viendo pelis y jugando videojuegos de minigolf. Al llegar lo primero que hicimos fue ir al baño. No tanto por que tuviéramos que ir si no para ver los míticos baños Toto. Y sí, así son. Recuerdo que el sello en el pasaporte era una pegatina un código QR. Muchas más veces este viaje me sentiré en un mundo del futuro. Fuimos a activar el Japan Rail Pass.
En ese momento – y creo que ahora también – el JPR lo tienes que comprar mientras estás en tu país de origen y te lo enviaban por correo postal. El nuestro, para 14 días fueron 454€ por persona. Hay muchas opciones en el mercado, nosotros lo compramos con esta agencia. Estábamos bastante cansados, pero habíamos decidico que al llegar iríamos directamente a Kyoto. Al montarnos en el tren hacia allí, recuerdo haber visto – quizá en el wifi del tren – la noticia de la muerte de Neil Amstrong. Así que eso fue lo que hicimos. Tren ba……
..la. Ya estamos en Kyoto. Nuestro hostel era uno cerquita de la estación, llamado K´s hostel. El principal recuerdo que tengo de la llegada es que tuvimos que quitarnos los zapatos. Algo que hemos vivido cientos de veces desde entonces, pero que entonces resultó sorprendente; y también por supuesto que la habitación era muy pequeña.
Tras un breve paseo cargados con las mochilonas en seguida estábamos allí. Me imagino que nos orientaríamos con un plano impreso. Cosas que había antes 😉 Dejamos las cosas y salimos a comer. Estábamos realmente agotados. La elección fácil – y divertida – fue un McDonalds. De camino allí recorrimos la calle del hostel. Nos sentíamos como en un capítulo de Shin chan o así. Estábamos encantados. Fue nuestro primer encuentro, por cierto, con el maravilloso mundo de las jidohanbaiki o máquinas expendedoras de bebidas en las calles y las muestras de plástico de la comida en los escaparates de los restaurantes.
Kyoto la nuit: Kawaramachi
Tras una reparadora siesta, salimos a cenar y a recorrer un poco la ciudad por la noche. Nos dirigimos hacia la intersección de Shijo / Kawaramachi, el que quizá sea el punto neurálgico de la ciudad. Todo nos iba llamando la atención. Los taxis que se abren de manera automática, las luces, los carteles luminosos… Entramos a cenar a un pequeño restaurante. Con la típica barra para comer frente a la cocina que a mí recordaba a Final Fantasy VII. Cenamos unos udon riquísimos de cara a la pared.
Tras la cena, seguimos de paseo por la zona. Probando suerte en las máquinas, admirando cómo las mascotas estan por todos lados, hasta que llegamos a Namco Tower. 🙂 Ahí pasamos un buen rato, jugando a Street Fighter y similares. Poco a poco nos íbamos cansando y fue el momento de poner rumbo de vuelta hacia nuestra preciada cama. Había sido un día muy muy largo – dos realmente – y muy emocionante.