Desde Busan con amor

Corea nos encanta. Ya lo hemos dicho, ¿verdad? Hoy toca un poco de historia y cómo no, ver templos. La historia de Corea durante siglos, ha sido muy dura. Sin embargo han podido mantener sus costumbres y cultura en gran medida. Qué viva Corea.

Como cada mañana, ducha y desayuno. Check. En el hostel está incluido, así que perfecto. Queremos ir en transporte público al templo. Primero metro, línea 1 y luego el bus Nº90. Un francés que se parecía a Steve Martin, nos ayudó, y nos llevó al bus sin problemas.

En lo alto de la montaña

Allí, en lo más alto del monte Geumjeongsan en Busan podemos encontrar el Templo Beomeosa. Sus orígenes datan de 678, en el Reinado de Mummu del Reino de Silla. Aunque ha sido reconstruido en numerosas ocasiones.

Durante la Guerra de Imjin (Invasión japonesa de 1592) la mayoría de los templos fueron destruidos. Aunque en 1713, volvieron a reconstruir los edificios, los cuales permanecen hasta ahora.

Es un lugar único en Corea. Caminar entre los templos, contemplar los Budas, disfrutar de la brisa de la mañana. Aunque las escaleras que hay que subir hasta llegar a los templos, son lo que te deja realmente sin respiración. 😉

A mí me gustó mucho, ya que era distinto a los que habíamos visto durante el viaje. Quizá más parecidos a los templos japoneses. (Perdonad mi incultura, seguro que son totalmente diferentes en mil cosas). Una cosa curiosa del templo, es que podías comprar tejas que posteriormente pondrían en los templos, con buenos deseos para ti y tu familia. Como molan estos coreanos. 

Al salir del templo de Beomeosa, decidimos pasarnos por el súper local Big Sale Mart, y comprar algún capricho y agua, por supuesto. Teníamos mucha hambre y decidimos parar en la cafetería Ediya Coffee que estaba junto al metro. Comer, cargar los móviles y descansar. Sitio perfecto.

Paseo desde la estación hasta la catedral anglicana

Tenemos los billetes de tren comprados de Busan a Daegu, pero queremos asegurarnos y pasamos primero por la estación para imprimirlos y ver que está todo bien. En la taquilla nos dan nuestros billetes para mañana, todo correcto.

En Corea, pasear es un gustazo, así que salimos a la calle y nos ponemos a caminar hacia la Torre de Busan (que está un poco lejos la verdad). Pasamos al lado de barrio chino, vemos a abuelos jugando a juegos de mesa en la calle, pasamos por un hotel que parece un templo gigantesco y llegamos por fin a la catedral anglicana de Busan. Puede que te sorprenda pero el 30% de la población coreana es católica, es la religión mayoritaria, hay mucha iglesias.

Calle de cafés, muchas tiendas y Torre de Busan

Llevamos andando un buen rato, y como si nada llegamos a una zona de tiendas y la calle de Busan donde sólo hay cafeterías. Un lugar curioso, la verdad. Nuestro objetivo es encontrar la Torre de Busan, así que encontramos un caminito en medio una gran avenida que nos llevará hasta la torre. Cuesta arriba, de eso no nos libramos.

La Torre de Busan mide unos 118 metros, por sí sola. Además al estar colocada en una montaña dentro de la ciudad es el lugar más con más altura de Busan. Nosotros no subimos, pero tranquilos, encontramos otro lugar mucho mejor para ver la ciudad desde las alturas y además gratis. Solución unos párrafos más abajo.

Paseamos por la gran explanada que hay a los pies de la torre, contemplando las vistas. ¡No! Hay escaleras mecánicas que te suben hasta aquí. Bueno, para la próxima vez ya lo sabemos.

Como nos gusta un Sky Deck

El Lote Mall Busan será nuestra próxima parada. La verdad, queridos lectores, es que entramos porque Pedro tenía que comprarse unos calzoncillos. Ya véis no tenemos mucho glamour. Pero fue un acierto total.

Primero, porque pudimos degustar unos fish cake muy ricos. Se llaman eomuk, plato típico de Busan. Yumiiiii 🙂

Segundo, porque pudimos disfrutar de unas vistas privilegiadas de la ciudad desde la azotea del edificio. Mientras se escuchaba la BSO de Sonrisas y Lágrimas (como en el templo al que subimos Batambang). Y era gratis. Se veía prácticamente toda la ciudad. Un sitio precioso, del que no teníamos ni idea (no sale en las guías aún).

Desde el Sky Deck de Lotte Mall, puedes ver el puente Yeongdodaegyo, una de las atracciones de Busan. Es un puente rojo de hierro, que se abre todos los días de 14:00-14:15. Nosotros lo vimos bajado, pero es muy bonito también así.

La noche se adueñó de Busan y decidimos (después de descansar un buen rato en la azotea) bajar y dirigirnos hacia el mercado de pescado. Pero antes parada en el 3º piso, para ir al baño más limpio del mundo y perdernos para encontrar el Zara. Antes de salir del todo no pudimos resistirnos y paramos en una tienda de Line. Dios, como les gustan las mascotas a los coreanos. 🙂

Jagalchi: pescado fresco para cenar

Ya era hora de cenar, no, de recenar después de nuestros Fish Cake. Así que nos dirigimos al Mercado de Pescado Jagalchi, el lugar más visitado de Busan. Pero ya no son horas, está más que cerrado. Ohhh! 🙁 Sin embargo los restaurantes frente al mercado sí están abiertos. Tomamos un menú para compartir y nos pedimos una botella del típico soju (bebida de arroz con mucho mucho alcohol).  😉

Ya era tarde, había sido un día 10. Nos encanta Busan.

El metro más cercano era el mismo que pillamos ayer por la noche, así que sabíamos el camino de memoria. Esperamos a que suene música clásica de piano para saber cuando llega el tren y nos subimos. (Otras veces suenan gaviotas para avisarte de la llegada del tren o las cuatro estaciones de Vivaldi. En Seúl, sonará la caballería. ¡Qué cosas! ) Llegamos al Hostel sin problema y a dormir. Buenas noches.

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