Nuestro cuarto día en Oahu y el octavo en total en Hawai. Nuestro plan de hoy es tratar de ver de una zona de las islas que todavía no conocemos, la de las montañas verdes. También queríamos ir a Pearl Harbor pero no nos dio tiempo. 😉
Ducha. Desayuno. En marcha. Pega un sol intenso. Nos estaremos poniendo crema antes de la primera media hora de andar. Enfilamos por Beretania. Queremos ver un poco del centro de la ciudad –incluido el palacio real – antes de ir hacia el Valle de los Templos.
De paseo por Honolulu
En la ciudad nos parece que hay muchos hospitales. Aunque parece que quizá es una sensación. Veremos dos o tres mientras nos vamos acercando al centro. También nos cruzaremos con un doctor, con su estetoscopio al cuello y tocando el ukelele mientras camina. El paseo por esa calle no es lo más interesante del mundo pero sí vemos la escuela del museo de Arte (no el museo de Arte, pues hemos girado un poco antes, en el Safeway) que está frente a un parque con unos árboles enormes, que nos recuerdan al tule.
Cuando nos vamos acercando al ayuntamiento y a la antigua misión vemos una serie de curiosos y coloridos murales. A pocos minutos queda el palacio real que fue voluntad del rey Kamehamena V, con el propósito de dotar a Hawai de un edificio similar a otros estados modernos de la época. Parece que el actual es el segundo construido, pues el primero era todo de coral. Es el único palacio real en Estados Unidos.
Si el palacio es un emblema de todo el estado, la torre Aloha lo es de Honolulu. Así que para allí nos vamos. Pero antes nos damos cuenta – porque vemos un buzón muy grande – que estamos pasando por delante del edificio de Correos (y corte de justicia) Vemos una especie de cajero automático y miramos a ver si – a diferencia de lo que nos pasó en Anchorage – podemos comprar sellos. Y sí 🙂 Así que con una cosa hecha intentamos, antes de ir a la torre, ir a ver la estatua del rey Kamahameha I.
Mientras Nagore prepara su lei particular, comienza a llover un poco y luego un poco más. Para cuando llegamos al centro comercial en el puerto, donde está la torre, el suelo está tan mojado que casi me mato un par de veces 😉
El valle de los templos
Y ahora sí, nos vamos hacia el norte de la isla. Hacia Kahekili. La carretera es ya bastante bonita en cuanto sales la ciudad. Pronto pasas por un precioso templo y en seguida vas cruzando por encima de algunos valles desde la carretera. Tendremos como una hora de viaje. Desde el autobús descubrimos un sitio de Malasadas, que no sabíamos lo que eran pero son un postre portugués traído a la isla por los trabajadores portugueses de las plantaciones.
Las distancias son pequeñas (Nos comentó Garret que Oahu, pese a que tiene 7 veces habitantes que Maui, es más pequeña) pero los autobuses paran mucho. Algunas rutas cada menos de un minuto. Lo bueno es que puedes hacer un transbordo con un solo billete.
Por tanto llegamos ya a la hora de comer. Parada técnica en el McDonalds y nos vamos hacia el valle. Lo primero que hacemos es comer frente al estanque, donde los cisnes negros nos miran (o quizá a las koi)
El valle de los templos es precioso. Miles de personas de distintas religiones están enterrados allí. (Lo que es algo interesante en sí mismo, poco habitual) El templo principal es Byodo In. Una réplica de los años sesenta de un templo homónimo en Kyoto, que es Patrimonio de la Humanidad. Fue una experiencia preciosa. Bien es cierto que a los dos nos encantan los templos budistas. Pero es realmente bonito. El paraje es impresionante. Estaremos un rato con el Buda, después iremos al pequeño pabellón de pesca y por último haremos sonar la campana. Leímos entonces que se hace al entrar L El templo, y ese era el motivo por el que supimos de él, 😉 es donde se rodó cuando Sun se promete en la primera temporada de de Lost.
Recorrimos después la otra parte del lugar sagrado, mientras veíamos a una familia llevar una ofrenda de un enorme cerdo asado, paseando por algunos enormes mausoleos y acompañados por los gatos. Llegamos a una bella iglesia católica y de allí ya nos fuimos. Lo dicho, una experiencia preciosa. Además justo cuando llegamos estaba llegando el autobús de vuelta. El conductor nos dejó subir aunque se habían pasado las dos horas del transbordo y se fue a hacer un descanso mientras disfrutábamos del wifi del McDonalds.
Chinatown y una Hopkine para cerrar el día
El autobús nos dejó en Chinatown y aprovechamos para dar una vuelta. (Y comprarme unas zapatillas en Ross. En Honolulu el 70% de la población es de origen asiático. Es bastante distinta a otras que hemos visto. Sufrió dos incendios grandes en torno a 1900 y no sólo son edificios nuevos (como mucha parte de la ciudad) si no que por ley tuvieron que ser construidos con amplias separaciones, sin callejones. También allí está el precioso Teatro Hawaii, «El orgullo del Pacífico» desde 1922.
Y de allí hacia casa. Intentamos llamar al Acuario desde una cabina– nos damos cuenta que es gratis – pero no tenemos suerte. Pasamos por la catedral, por el museo de Arte (ahora sí) y entramos al Safeway a comprar pan. Ya en casa, preparamos un arroz con huevos revueltos (no había aceite) y nos quedamos de charla con PeeJay mientras nos tomábamos cerveza de Maui.