Hoy será un día curioso. De contrastes. Desharemos en 4 horas lo que nos llevó 17 días hacer. Hoy dejamos el verano tropical. Dejamos la regional Australia. Volamos al invierno de Melbourne.

Comenzamos el día haciendo un poco ejercicio. Andamos los 40 minutos que separaban nuestra casa del aeropuerto de Cairns. Un poco cansado, pero eso que nos ahorramos. Además, ya llevábamos poco peso. Al llegar al aeropuerto, comenzó el show. A ver: ya teníamos decidido que durante todo este año, no vamo a facturar equipaje. Hasta México facturamos porque fue gratis en los dos vuelos, pero desde entonces ya nos habíamos arreglado para llevar todo como equipaje de mano. En Hawai fallamos a nuestro plan. Y hemos decidido que no más. Con Tigerair el límite es de 7 kilos (teniendo en cuenta que las maletas pesaban 2 y 4 kilos; sí, ya no siguen con nosotros)

Al primer intento la chica nos dijo que nos pasábamos, así que volvimos fuera de la cola y comenzamos a hacer una nueva selección de cosas que dejar o llevar encima. Segundo intento. Tampoco habíamos cuadrado. (Fue entonces cuando vimos la balanza que podíamos usar sin hacer cola) Tercer intento. Tercera chica. No nos lo pesa. Pero ya teníamos previsto dejar una maleta con cosas.

No queríamos dejarla en cualquier lugar para no causar problemas, así que pasamos con ella. Preguntamos a una de las chicas de seguridad donde la podíamos dejar. Su jefa dijo que no podíamos dejarla. (Lo que es un poco absurdo, porque podíamos dejarla en un baño o en cualquier sitio) Pero bueno, lo dicho, puede ser un lío importante así que nos la llevamos al avión, previendo pagar una pasta. Mientras esperábamos, fui a pedir un café para desayunar a bordo. Justo me lo sirvieron cuando ya nos tocaba embarcar. Y no podía subir con el café. De la maleta adicional no dijeron nada… en fin. Café large en cuatro tragos y a volar.

Hola Melbourne

Así que ahora ya sí, llegamos a la capital de Victoria. Tendremos unos días muy guays – y muy tranquilos en Melbourne, haciendo vida de local. Una botella de agua, un poco de reorganizar el peso de las maletas y a coger el Skybus hacia el centro. Curiosamente el autobús paraba en cada una de las entradas de la terminal en lugar de hacer que la gente ande 50 metros…

Llegada a la ciudad. Vemos canguros en una pradera por última vez y la Melbourne Star y llegamos a la estación de Southern Cross. Nos hacemos con unas Miky´s.  Tras un pequeño paseo cruzando la calle de Batman llegamos a la parada del urbano. Por primera vez vimos una especie de abrevaderos de caballos, que volveríamos a ver más adelante y que no sé lo que son.  Pronto llegamos al barrio de Prahran donde tenemos la que será nuestra casa durante los próximos siete días (más cuatro después ;-)).

Sophie y Eugene nos estaban esperando cuando por fin llegamos. La casa era preciosa, como pensábamos. Teníamos hambre, no habíamos comido y serían ya las 6, así que nos fuimos a comer/cenar algo. El barrio molaba mucho como tendríamos ocasión de comprobar. Justo un par de semanas antes, un mercado de food trucks había arrancado en High Street, una de las principales del barrio y al lado de la nuestra. Nos pedimos una riquísima hamburguesa portuguesa a modo de aperitivo y seguimos nuestro recorrido.

Llegamos así a la otra calle principal del barrio: Chapel, que nos había recomendado Sophie. Pasamos entre el atronador cantar de los pájaros en los árbole de la iglesia y encontramos el Laksa Bar, un restaurante malayo con influencias de otros países de Asia. El ambiente y el local molaba y el plato de curry laksa (sopa con muchas cosas, tradicional de la cocina peranakan) y el nasi goreng (arroz frito, popular en Malasia e Indonesia) estaban muy buenos. (Es curioso que estoy escribiendo este post ya en Bali un par de semanas después y el nasi goreng ha sido nuestra comida desde que llegamos hace dos días)

Todavía tuvimos tiempo de ir al Coles a hacer algo de compra para los primeros días. Melbourne comenzaba con muy buena pinta.