Volando a Sidney: el día que no vivimos

Hemos dormido en el aeropuerto. Nos despertamos y nos preparamos para un vuelo de 10 horas. A lo tonto. El Pacífico es lo que tiene, que aunque estés a mitad es enorme. Nagore conoce a una cucaracha (y yo durmiendo en el suelo hasta cinco minutos antes) Así que sí ya estamos despiertos del todo. Conocemos en la cola a una pareja sevillana del Athletic y nos vamos a facturar.

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Como nos temíamos, nos pasamos de equipaje, y eso que dejamos otro montón de cosas en casa de Garret, pero el límite son 7 kilos. Así que nos toca pagar 160 dolarazos que nos duelen como si los tuviéramos que pintar a mano. (Porque ya no podemos comprarlo con antelación) Ahogamos las penas en un latte, una muffin y un scone y listos para despegar. Vemos que vienen a la sala de embarque a recoger las cosas que la gente ha comprado en el Dutyfree, no entendemos muy bien el porqué. (Si alguien lo sabe que, por favor, lo explique en los comentarios)

Nagore se va al baño y de pronto suena mi nombre por megafonía. Hasta me hace ilusión. Nunca me había pasado. Igual nos meten en business, oye. Pues no. Resulta que me he dejado la cartilla internacional de vacunación en el control de seguridad. Mira que es surte dejarte algo en un aeropuerto, donde te pueden localizar y además con tu nombre y apellidos escritos.

Pues ahora sí. Listos para montarnos en el avión. Es uno similar al que cogimos en Londres. Mola, con enchufes y con sus enormes ventanas que se hacen translúcidas para que la gente duerma. Eso mismo hago yo, sin despegar aún. Me despierto una hora después. Seguimos sin despegar. No nos hemos enterado muy bien de qué sucede. Pero creo que es por ello que hoy el entretenimiento a bordo es gratis para todos. (Normalmente con JetStar es de pago, como vimos con United)

Así que aprovechamos las diez horas. Escribimos posts, nos comemos nuestros sándwich, vemos The Robot Man, un capítulo de Nobu´s Japan dedicado al fogu, la peli de Plastic Galaxy, jugamos al Black Jack, al ahorcado… Por cierto, ambos juegos desarrollados por DTI en el año 2000. La misma compañía que me tuvo enganchado al minigolf de Roma a Tokyo hace años. 😉

A todo esto, pasamos por el punto donde se cruzan el hemisferio sur con la línea internacional de cambio de hora, que ya es casualidad.  ACTUALIZACIÓN AGOSTO 2016: A través del blog de Fronteras, que ya he enlazado algunas veces por aquí, llego a este post de Naukas, que sugiere que podíamos habernos bajado en ese momento para vivir las cuatros estaciones 😉

Y así, poco a poco y al ritmo de David Bowie y sus “Blackstar” y “Nothing Has Changed”, llegamos a Sidney.

Hola Sidney

Llegamos a las 20:00 del 19 de abril para nosotros. Hora local, las 16:00 del día siguiente, 20 de abril. (del 90, Hola chata, ¿Cómo estás?) Así que casi no vivimos un día entero. Pensábamos que quizá la entrada en Australia sería complicada. Pero nada más lejos de la realidad.  Nada de cola en inmigración y muy poca en aduanas. En ambos casos, pasamos tan rápido como en España incluso.

Un par de días antes Jonnhy Depp no tuvo tanta suerte. Ojo al vídeo, que es un viral estos días por aquí:

En 70 minutos habremos comprado la tarjeta de transporte Opal de manos de Patricia, colombiana con cinco años en Australia, dos tarjetas SIM, y nos habremos comido una hamburguesa.

Metro. Línea 4, línea 2 y el bus 333 con vaivenes y ya estamos en casa de Janto!! Cómo mola viajar y poder visitar a amigos por el camino. Conoceremos a Manuel y luego a Rafa. Cenita rica cortesía del restaurante de Janto y aún nos iremos a tomar unas birras justo al lado de la playa.

Un día dos días largos que terminan guay y que son el principio de un viaje que nos apetece mucho por el continente austral.

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