Haleakala, nuestra behobia particular

Hoy es un día aventurero-aventurero. Vamos a hacer un trekking de unas 12 millas (casi 20 km) por el volcán Haleakala de Maui. Suena bien, ¿verdad? En el camino descubriremos diferentes paisajes, incluso variedad de zonas climáticas, una auténtica pasada.

…far above the clouds
far above the clouds
far above the clouds…

And the man in the rain picked up his bag of secrets, and journeyed up the mountainside, far above the clouds, and nothing was ever heard from him again…

…except for the sound of Tubular Bells.

«Far above the clouds»– Mike Olfield (una de las canciones favoritas de Pedro)

Hoy toca madrugar después de un día muy largo, mejor dicho una escala (Anchorage-Portland-Maui) muuuy larga. Pero tenemos que madrugar porque queremos unirnos al free tour que ofrece nuestro Maui Hostel. No tenemos plaza asegurada porque el tour está completo, pero esperamos que alguien no pueda ir en el último momento y pillar dos sitios libres en la furgoneta. No tenemos suerte, pero unos chicos canadienses de Montreal que van en su propio coche, nos hace un hueco y nos acercan a la excursión. El madrugón ha merecido la pena.

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Antes de nada, todo el grupo hacemos una parada técnica en el Safeway, un supermercado que está camino al Parque Natural de Haleakala. Compramos bocadillos, barritas energéticas – como las que descubrimos en San Francisco –  y Powerades, para pasar la caminata lo más dignamente posible.

Después de una hora de viaje más o menos llegamos al Parque Natural Haleakalā que en hawaiano significa «casa del sol «. Según una leyenda local, el semidiós Maui ha encarcelado al sol en este volcán con el fin de alargar el día. Y viendo los paisajes del parque entiendes por qué llamaron así a este lugar.

Llegamos al centro de visitantes, donde nos dejó nuestro guía Zack, mientras él se fue a dejar la furgoneta hasta el final del recorrido. Desde el centro de visitantes pudimos contemplar las maravillosas vistas del volcán, así como el observatorio astronómico de Haleakala, uno de los más importantes del mundo.

Estuvimos esperando a nuestro guía unas 2 horas y media (tenía que haber llegado en una hora, pero ningún buen samaritano le recogía en la carretera), tiempo en el cual algún que otro aventurero aprovechó para hacer una siestecilla. Lo malo de la espera fue que empezamos la caminata a un ritmo frenético. Teníamos que hacer en 5 horas un trekking de 6 horas. OMG.

Pero el camino empezó cuesta abajo así que, tanto Pedro como yo lo íbamos haciendo a buen ritmo (teniendo en cuenta nuestra falta absoluta de entrenamiento). El «paseo» son unas 12 millas (casi 20 km), con desniveles y con tramos llanos, pero merece totalmente la pena, es un camino precioso.

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En la caminata nos encontramos con una impresionante variedad de zonas climáticas. Los paisajes iban cambiando cada pocas millas, pasábamos de caminos llenos de lava, a desiertos cubiertos de cactus, así como cultivos de flores exóticas y pinos por todas partes, un paisaje de jungla profunda. También animales curiosos, como los nenés que vimos comiendo, que son el ave oficial del Estado de Hawai y tienen su propia señal de tráfico.

Es una auténtico privilegio poder haber realizado con éxito (las últimas millas fueron cuesta arriba y no lo pasé nada bien) esta caminata a través del volcán inactivo más grande en el mundo. Al finalizar, ayudados por el bastón de nuestra compañera Dominique, de Quebec,  el resto nos estaban ya esperando en la furgoneta – nos apretamos – para ir a ver la puesta del sol. En este volcán, nosotros estamos kua mauna,  por encima de las nubes. Las vistas son sobrecogedoras. 

De vuelta al hostel, con nueva parada en Safeway – donde casi no podíamos andar 😉 – y directamente a dormir. 🙂

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