El día que conocimos a Místico

Hoy será un día de contrastes. De aprender un montón de cosas, tanto divertidas como otras ni mucho menos.

Para mí el día empezó como casi todos los de la semana. Ducha, Nescafé y Uber. Creo que fue este día en el que en 10 minutos con el uberista – y a cuenta de que le conté que Nagore era un nombre vasco – nos dio tiempo a hablar de Mas, de los Decretos de Nueva Planta y de la madre – patria – que nos parió 😉

Ya en la oficina. Lo primero del día fue conocer a Antonio Poyato. En Toscano, un sitio muy molón al lado de la ofi. Me tomé un café de vainilla. Además de hablar de AdSamurai, también tuvimos un rato para saber que también estuvo más de un año recorriendo el mundo.

A la vuelta a la ofi tuvimos una formación extensa sobre servicios de Tc y riiiing, nos dio ya la hora oficial de comienzo del finde. Nagore vino a recogernos y fuimos con Esa y Dany a comer, que teníamos plan conjunto para toda la tarde. El elegido fue Cancino Roma.

Las pizzas estaban muy ricas y el local molaba. Sin embargo, lo más guay fue que descubrí el clamato. Es una especia de salsa de tomate con extracto de almeja que se echa a la cerveza. El sabor es peculiar. A mí me encanto. Alimenta. Cuando me di cuenta de que el nombre se forma igual que el mítico tomaco, entonces ya me enamoré. A mitad de la comida se nos unió Agustín, el novio de Esa. Muy majo también y con el que hablamos desde la historia de Tenochtitlan y del México moderno hasta la diferencia entre rudos y técnicos, algo que nos vendría muy bien para por la noche.

Museo de la memoria y la tolerancia

Ya con el estómago lleno nos encaminamos hasta el MYT, muy cerquita de la Torre Latinoamericana, frente a la Alameda Central. Nos recibió una amiga de Agustín y Esa, y nos presentó al guía – no recuerdo su nombre – que nos acompañó toda la visita. Es un museo extraordinariamente interesante al tiempo que  ciertamente sobrecogedor que, en su exposición permanente, recoge y muestra documentación sobre diferentes genocidios de los siglos XX y XXI. Pese a que no nos dio tiempo a verla, también se encontraba parte del proyecto Tierra de Esperanza de Yoko Ono.

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Foto de Esa

Con una profunda sensación de percibir – muy levemente, claro – otras realidades que existen, volvimos a nuestra comodidad habitual y nos fuimos a tomar un café a un Cielito. (Querido Café) El Starbucks de aquí. Probé el panqué de elote (maiz) con rompope.  Recuerdo que Dany tomó un chocolate oaxaqueño, realmente bueno y diferente a otros que solemos tomar en Europa.

Rudos contra técnicos

La Arena México cumple cincuenta años en este 2016. Ese es el escenario habitual de los combates de lucha libre mexicana que tienen lugar los martes y los viernes. Es un espectáculo realmente sorprendente. Que tuvo su época dorada en los años 50 y 60 y que es una especie de representación, de metáfora, de espectáculo, de pelea, de baile.

Como la vida misma, hay dos tipo de luchadores. Están los técnicos. Los que cumplen las reglas. Los buenos. Y están los rudos. Los que hacen lo que sea necesario para ganar. 

Nosotros nos lo pasamos pipa. Mientras esperábamos en la entrada, me hice fan de Místico, uno de los técnicos. Me compré su muñeco, no digo más. Fuimos ocho personas en total y el ambiente era genial. Gabo, tuvo un detallazo y me regaló una preciosa máscara que usé para animar durante las seis peleas de la noche.

Una velada genial. Acompañamos a Dany a casa. Nos liamos con el Uber. (Aprendimos la semana siguiente, con Deni  y Mario, que la Avenida Amsterdam era el antiguo hipódromo, de ahí que tenga dos cruces con la misma calle. Ya casi en casa, pasamos por Don Güero. Día terminado. Emociones llenas. Estómago lleno. A dormir.

*Algunas de las fotos de la galería fueron hechas por Sandra.

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