Hoy hacemos nuestra primera semana en Melbourne. Hace unos días decidimos que nos quedaríamos algunos días más en la ciudad. Nos levantamos y sin haberlo planificado, decidimos irnos a desayunar fuera.
Es domingo y se nota. El barrio mola y el domingo le sienta bien. Los cafés están a rebosar. La gente disfruta de su tiempo libre y de los amigos. Las señoras y señores salen de la misa en la cercana iglesia ortodoxa, de San Demetrios.
Vamos disfrutando del paseo por High St. Al llegar al cruce con Chapel, torcemos a la izquierda, hacia la zona que aún no conocemos. Seguimos a gusto. Galerías, cafés, algunas tiendas de bicis… sí, ese rollete. Decidimos desayunar en el Journeyman, el sitio que nos recomendó Eugene. Nos sentamos tan tranquilos en la terraza, hasta que viene la camarera y nos dice que hay lista de espera. Ahora lo entiendo todo.
Así que seguimos de camino y damos con uno que nos gusta, con una terraza bastante guay, aunque hasta arriba. Pero dentro hay sitio.
¿Estás de acuerdo con lo que mola desayunar tranquilo un domingo? Pues eso. Disfrutando como unos señores. «Melbourne es una ciudad en la que no se ven cosas como en Sidney, se beben y se comen» Desayunamos dos de las cinco creaciones culinarias australianas que están conquistando el mundo. 🙂 El huevo con aguacate ya no los había recomendado Gonzalo en Sidney y la verdad es que mmmmmm… Una tercera ya la habíamos probado.
Tras desayunar, seguimos nuestro paseo y nos dimos en seguida con Artists Lane, una de las numerosas «galerías» de arte urbano de la ciudad, en la que justo estaba trabajando rollwell. Pasamos un buen rato admirando trabajos y seguimos el camino.
Estaba siendo una gran mañana. Todavía tuvimos tiempo de visitar una tienda de cómics («No, no tenemos autores australianos desde hace quince años, todo el mundo quiere americanos») y pasar por un par de tiendas de charity. Por cierto, si algún lector sabe la respuesta a la pregunta de Londres, que por favor, la diga en comentarios… 😉 Macarrones a la boloñesa caseros, tarde de posts, felicitar a mi padre y un Skype con Vane y Ángel completaron el día.