Hoy conoceremos a Albertus. Será nuestro conductor durante casi cuatro horas. Cada día, uber nos trae un conductor con su vida y sus historias. La suya viene de la isla de Flores, a la que los portugueses dejaron el nombre además de varias palabras en los diferentes idiomas locales de la isla. (Indonesia tiene más de 700 idiomas)
Mientras pasamos por un restaurante en forma de avión que me llama mucho la atención, con destino al norte de la isla de Bali, Albertus nos cuenta que el nivel de vida en su isla natal es casi 3 veces más bajo que en Bali y que por eso se vino. Que el sueldo medio que podía obtener allí estaría por los 30€ y que en Bali las cosas están mejor. También nos cuenta que gente de Italia está comprando terrenos por la isla. Una breve parada para pulsa el móvil y poco a poco iremos dejando atrás la ciudad.
Nos llevará algo más de dos horas recorrer los 52 kms del trayecto. El tráfico en Bali es lento en general. Eso sí, cada trayecto es una sucesión interesante de cosas. En esta ocasión pararemos a mitad de camino, mientras cruzamos la regency de Tabanan para ver el paisaje de los arrozales. Albertus nos explica que toda la producción de la isla se consume en la isla, lo que por un lado sorprende pero por otro no si tenemos en cuenta que el arroz es uno de los staples de los balineses. (Una palabra inglesa que he aprendido estos días: «base de la dieta»
Todavía pararemos en un mirador junto al «Strawberry Fields» donde un chico con un sombrero jamaicano enorme ofrecía fotos a los turistas con un camaleón, serpiente, loro, búho… y a que nos parara la policía para comprobar que todo estaba correcto y tomar una foto a Albertus. «Bueno para todos, así también muestran que hacen su trabajo»
Pura Ulun Danu Bratan
El templo o pura (literalmente en balinés: lugar vallado) de Ulun Danu se encuentra a orillas del lago Bratan. Es uno de los templos de agua de Bali. Construido en 1663 está dedicado a la diosa del agua del hinduísmo balinés: Dewi Danu. Este fue el tercer templo que visitamos en la isla pero el primero al que pudimos «entrar» de una manera más o menos cercana.
El entrecomillado es porque los templos en Bali no son recintos cubiertos (sí, vallados) que se construyen siguiendo los principios de la tri mandala. Tres zonas: zona de contacto con la calle, zona de contacto con la zona sagrada y la propia zona sagrada. A su vez en la construcción se emplea la filosofía de tri hita karana: armonía con las personas, la naturaleza o entorno y con los dioses. A mí la arquitectura balinesa me parece de lo más interesante.
Además de por su importancia espiritual y arquitectónica, los templos de agua tienen relevancia en otro aspecto de la vida de la isla: los sacerdotes del templo – de todos los templos de agua – son los responsables de la gestión de los sistemas de irrigación de la isla.
El sistema, conocido en balinés como subak, está compuesto por los canales, las terrazas para el cultivo del arroz y los templos y es patrimonio de la humanidad.
Nosotros éramos ajenos a todo esto mientras lo visitábamos. Sí que se respiraba tranquilidad pese que quizá fue el templo más concurrido que visitamos sobre todo en una de las zonas en las que estuvimos (que pienso que era la intermedia)
Mientras disfrutábamos del paseo, comenzamos a escuchar gritos y conforme nos acercábamos a la orilla del lago estos se hacían más intensos.
Al girar vimos a un grupo numeroso de gente – casi todos hombres – que animaban como locos a algunos remeros que parece que estaban compitiendo en el lago. Los gritos se fueron apagando conforme nos alejamos a la zona intermedia de la que hablaba hace unos momentos. Quizá fue entonces el momento que más disfrutamos. HC Había una gran sensación de paz. Coincidió también que abrieron las puertas para que un conjunto de chicas pudieran llevar sus ofrendas.
Dimos un paseo adicional por los jardines, con sus columpios con esquinas 😉 y sus papeleras con forma de fresa y nos pusimos ya en marcha de vuelta. Albertus estaba echando una cabezada y tuvimos que despertarlo. Otras dos horitas de vuelta. Nos cruzamos, como ya nos pasara el primer día con una procesión de gente que nos pareció muy interesante y poco a poco – en el camino nos adelantó un chico en moto con una sudadera del bar Sol de Fuenlabrada 😉 – fuimos llegando a Kerobokan.
Paramos en un lugar al que ya habíamos ido otros días a comprar pollo asado, unas patatas rebozadas que estaban muy buenas y temphe (un preparado de soja con forma de pastel, muy típico de por aquí) manis (agridulce) que a mi me encanta. Ya habíamos pedido otros días, pero hoy conseguimos preguntar cómo se llamaba. ¿La tarde? En casa, de tranquis.