Descubriendo Livorno entre mil charcos

Comenzaré el día yendo a comprar desayuno al Carrefour de al lado de caso. El peque ha dormido toda la noche 🙂 Desayunaremos nuestro pannetono y café Lavazza – que nos recuerda a nuestro viaje a Turín del año pasado – y nuestro biberón. Cada uno lo que le toca. Un poco de recoger, una ducha y listos para comenzar nuestros paseos por la ciudad. Hay alerta naranja por lluvias en toda la Toscana. Pero tendremos mucha suerte por la mañana y no nos caerá ni una gota. Por la tarde el diluvio, pero ya nos pilló en casa. Bueno, no del todo.

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Livorno, un puerto franco en el mediterráneo

Livorno tiene 160.000 habitantes. Está situada a orillas del Mar Tirreno y es capital de la provincia homónima. En la actualidad constituye un centro industrial y puerto libre con importante presencia de los sectores químico, con una refinería de petróleo, y metalúrgico. Es una ciudad que nos sonaba vagamente. En general es conocida por ser donde se fundó el partido comunista italiano y por ser la ciudad nata del Modigliani. Pero nada de eso nos ha hecho venir aquí. Ese honor recae en un apartamente realmente fantástico que encontramos y que nos permite tener el lujo del espacio, por una fracción de lo que nos costaría dormir en Florencia, que está a una hora – un pelín larga – en tren.

La historia de Livorno, una de las ciudades portuarias más importantes de la Toscana, es un fascinante reflejo de siglos de intercambios culturales, comercio y resistencia. Aunque sus raíces se remontan a un pequeño asentamiento medieval, Livorno comenzó a prosperar en el Renacimiento bajo el gobierno de los Médici, quienes vieron en ella el potencial de convertirse en una próspera ciudad portuaria. Fue en el siglo XVI cuando Cosimo I de Médici encargó la ampliación del puerto, poniendo en marcha un plan de urbanización que transformaría el lugar en un vibrante centro comercial. Su ubicación estratégica en el mar Tirreno facilitó el comercio marítimo, trayendo prosperidad y atrayendo a una población diversa. Livorno pronto se convirtió en una ciudad única en la región gracias a la «Ley de las Naciones», promulgada en 1593 por Fernando I de Médici, que ofrecía libertad religiosa y privilegios comerciales a comerciantes y refugiados de diferentes orígenes. Esto atrajo a judíos, armenios, griegos, holandeses y otros grupos perseguidos en Europa, quienes encontraron en Livorno un lugar de tolerancia y oportunidades. La ciudad creció con una mezcla cultural extraordinaria, visible en su arquitectura y en su vida cotidiana, donde convivían varias religiones y lenguas. Este ambiente cosmopolita enriqueció a Livorno y le otorgó una identidad abierta y diversa que aún hoy se percibe. El desarrollo urbano de Livorno también fue notable. Durante el siglo XVII, los Médici impulsaron proyectos de arquitectura militar y civil, incluyendo los famosos bastiones y canales que rodeaban la ciudad, diseñados por arquitectos como Bernardo Buontalenti. Estos canales, inspirados en la ciudad de Venecia, le dieron a Livorno su carácter distintivo y su apodo de “la pequeña Venecia”. La ciudad estaba organizada para facilitar el comercio y la defensa, con un puerto amurallado y una serie de fortificaciones estratégicas. Este modelo urbano reflejaba la ambición de los Médici por hacer de Livorno un enclave seguro y competitivo en el Mediterráneo. Livorno vivió desafíos y momentos difíciles, especialmente durante las guerras napoleónicas y, más tarde, en la Segunda Guerra Mundial, cuando fue bombardeada severamente debido a su papel clave como puerto militar. La ciudad ha renacido en varias ocasiones, manteniendo su esencia resiliente y su carácter multicultural. Hoy, Livorno es una ciudad dinámica y hospitalaria, que honra su pasado en cada esquina, desde los antiguos canales y fortalezas hasta los mercados y restaurantes donde se celebra su herencia marinera.

A lo largo de la mañana de hoy tendremos la ocasión de ver que es una ciudad bastante bonita y que bien merece una visita.  Nos encaminaremos hacia el centro de la ciudad pentagonal. Vamos dando un paseo, sin mayor rumbo. Veremos el desvío hacia el mercado central – que es algo a visitar en la ciudad – pero lo dejamos para otro día. En su lugar giraremos a la izquierda hacia un edificio que nos llama la atención y que enseguida vemos que es una sinagoga, una de las más relevantes de Italia, que en estos días está fuertemente custodiada.

Iremos caminando hacia el noreste, por calles con soportales y por la Calle Grande (Como en Calahorra 😉 y atravesando la plaza Grande hacia la Plaza de la República (una gran esplanada extramuros). Nos recordará a Turín o Bolonia, aunque algo más decadente.

La nueva Venecia

Desde ahí estamos a un par de minutos de la fortaleza nueva. Cuya vista aérea es una de las imágenes más representativas de la ciudad. Es un conjunto de canales (sin sorpresas aquí) que sí recuerdan a la ciudad flotante. Nos llama la atención la iglesia de Santa Catalina, donde rezaba la primera santa estadounidense, con sus trampantojos en los techos; y que es la primera iglesia que pisa (bueno literalmente no) nuestro peque. Nos detendremos también a ver la bella biblioteca Bottini dell’Olio, abierta en 2018 y que hoy en día ocupa la parte superior – la inferior es el museo de la ciudad – de lo que en el siglo XVIII era un almacen de aceite.

Desde ahí siguiendo el curso del agua (vamos paralelos a esa zona del puerto, industrial) pasaremos por la escultura de los cuatro moros, que flanquean Fernando de Medici. Es un icono de la ciudad y parece que no tiene nada que ver con la bandera sarda. llegaremos a una zona más de ocio y entraremos a una antigua dársena, hoy reconvertida en un bello centro comercial llamado Porta a Mare. Vamos ya con algo de hambre y con ganas de descansar un poco, así que nos sentaremos, descansaremos y cambiaremos al pequeño. Nuestra idea es seguir dando un paseo pero al salir vemos que ha comenzado a llover. Así que media vuelta y de nuevo dentro nos sentaremos en un banco (no encontramos ningún lugar con un sofá 😉 y nos comeremos unas piadinas con calabacín. 

La lluvia comenzaba a ser constante, así que hemos enfilado ya para casa a pasar la tarde. Hemos disfrutado (aunque a paso ligero) de una calle con muchos murales de Antonio Morozzi.  Hemos llegado a casa, razonablemente secos, pero estaba diluviando ya. Así que tarde en casa, tranquilos. Siestas varias, un poco de tele y con tiempo para escribir esta crónica en el mismo día en el que ha sucedido. Cosa poco frecuente en este blog.

2 thoughts on “Descubriendo Livorno entre mil charcos

  1. «tiempo para escribir esta crónica en el mismo día en el que ha sucedido. Cosa poco frecuente en este blog.» No sabes lo nostalgia que tengo de la bloguería. Me gustó la crónica y el reportaje visual.

  2. Es curioso porque ha pasado tanto tiempo del arranque del blog que ya casi no toca alimentarlos… pero ahí seguimos. Poco a poco escribiendo crónicas de nuestros viajes anteriores, pero les pongo en la fecha del viaje y no saltan a los suscriptores, creo. El blog es casi una excentridad hoy en día, pero me gusta. Será mi legado jeje. Hay alguna cosa que hago con ChatGPT. Pienso cuando llegará un día en el que le pueda subir las fotos y le diga que escriba la crónica… y si lo haré.

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