Hemos dormido un montón, para recuperar fuerzas de la paliza de día de ayer. Estábamos frescos (la ducha fría del airbnb ayuda para eso) y deseando conocer Phnom Penh. Decidimos ir caminando hasta el mercado dónde nos dejó el autobús ayer, y así ir descubriendo poco a poco la ciudad.
Sombra que te quiero sombra
Hace un calor horrible, así que vamos buscando la sombra y algún sitio para desayunar. Encontramos ABC Bakery, una pastelería dónde compramos un montón de bollos y croissants (baratos, baratos). No vendían café, así que seguimos en busca de alguna cafetería. Nos paramos en el restaurante Pepper Lunch. Venden café, así que allí nos sentamos disfrutando de su aire acondicionado (hace mucho calor fuera), su café helado y nuestros bollos del ABC . 😉
Desayunamos tranquilamente, y seguimos nuestro viaje a pie. El tráfico es una auténtica pesadilla en Phnom Penh, así que intentamos no morir cada vez que tenemos que cruzar una calle. Seguimos vivos, tranquilos.
Tipi-tapa llegamos al mercado central de Phnom Penh. Es una pasada la variedad de frutas y verduras que tienen por aquí. Durian, Ojos de Dragón, Rambután, la Fruta de la Pasión, etc. Da gusto tener tanto donde escoger. En estos mercados es común encontrarte con mariscos y peces vivos, chapoteando en palanganas llenas de agua.
Cuando nos adentramos un poco en el mercado, vivos un bazar, donde vendían joyas (más bien bisutería), ropa, souvenirs, de todo un poco. Era un mercado no demasiado concurrido. Estuvimos a gusto paseando por él. De allí a comprar una nueva SIM con datos y seguimos camino.
El templo más famoso de Phnom Penh
El Wat Phnom de Phnom Penh es un lugar sagrado y el más antiguo de la capital camboyana. De hecho la leyenda cuenta que Daun Penh, una viuda rica, encontró un gran árbol en el río con cuatro estatuas de bronce de Buda. Para venerar a la figuras mandó construir un templo en lo alto de una montaña artificial, creada por el hombre.
Alrededor de este templo se creó la ciudad de Phnom Penh hacia el siglo XIV. En sus inmediaciones se construyó el antiguo Palacio Real.
La gran estupa justo al oeste del santuario contiene las cenizas del Rey Ponhea Yat y la familia real.
Antes de llegar al templo pasamos por una gran plaza construida en homenaje a Daun Penh, la mujer que encontró los Budas sagrados en el río.
Entrar al templo de Phnon, nos costó 1 dolar por persona, y lo primero que hicimos fue ir a comprar agua a una señora, «2 botellitas, 1 dolar», «yes, please». Con el calor que hacía eran totalmente necesarias. 😉
Es un sitio muy bonito, con mucha historia. Aunque lo que se conserva hasta hoy es bastante nuevo. Las escaleras que hay que subir para llegar hasta el templo son de gran belleza, así como las pagodas que puedes encontrar en la cima de la montaña.
El reloj que se encuentra en los jardines me recordó al que tiene Zurich en su calles. Es bonito, pero no pega mucho con la temática budista. Pero seguro que me equivoco.
Seguimos nuestro paseo y yo ahora sí, me muero de hambre. Hay que parar a llenar un poco nuestros estómagos. Antes pasamos por una inquietante plaza, con una escultura de una paloma de la paz hecho con armas y pistolas.
Nos metimos por la avenida de nuestra conocida Daun Penh, y terminamos en la Torre Canadia. Dentro había una sandwichería. Dos bocadillos y tres coca colas. Ahora sí podíamos seguir caminando. 🙂
Camino a nuestro hogar. Nos encontramos con la inauguración de un café motero, que agolpaba gente fuera del local de Stallions. No podíamos pasar, y un autobús casi mata a Pedro (según él, blablabla) 😉
La vuelta fue un poco estresante, sobre todo por el tráfico. Que termina agotando a cualquiera. Antes de llegar a casa, nos desviamos un poco para comprar los billetes a Battabang. Nuestro próximo destino. Billetes comprados, check. Ahora sí, camino a casa.
Antes de llegar a casa pasamos por el super (me compré paté, que hace meses no encontraba) y compramos en la misma pastelería ABC de por la mañana la cena. Unos bollos y pizza.
Por fin llegamos a casa. Cena «rica» y a dormir. Buenas noches.