De trajín en Xochimilco

Nuestro último en la ciudad. Lo primero que hicimos por la mañana fue ir a comprar el boleto de autobús para el día siguiente a Guanajuato. Ya con eso hecho tocaba ver qué hacíamos. Nos habíamos dejado para el final, algo bastante típico en las celebraciones de la gente en la ciudad: las trajineras de Xochimilco. 

xochimilco.jpg

Se trata de una de las 16 delegaciones de la ciudad. Gran parte del barrio lo conforman decenas de canales entre los que surcan, según nos dijo Javier, el remero con el que navegamos al medio día, unas 4000 trajineras. Se trata de uno de los barrios en los que todavía se ve de forma evidente que el lugar donde hoy se alza la ciudad era un conjunto de lagos en el siglo XV.

Nos cogimos un uber y para allí que nos fuimos. El trayecto es medio largo, unos 40 minutos. El señor nos dejó en el embarcadero más grande. Nuestra idea era desayunar algo antes de dar el paseo en trainera pero el lugar no era demasiado propicio. Pronto diferentes personas se acercaron para contarnos las diferentes opciones y los precios. En general hay dos tipos de paseos. El de dos horas que te lleva por el sitio tradicional y el de cuatro que te lleva por el más natural.

Negociando y embarcando

Fuimos caminando hacia el centro, donde hay más embarcaderos, hasta un total de once. Íbamos buscando un cajero y entonces otro hombre nos sugirió que fuéramos a su embarcadero para que luego nos acompañaran a sacar dinero. Total que fuimos, al de San Cristóbal y nos pusimos a hablar con Javier. Que nos llevaría a bordo del Lupita, según nos dijo. En nuestra experiencia se puede negociar porque existen tarifas oficiales. La hojita plastificada que nos mostraba no decía lo que habíamos leído. Así que estuvimos negociando con él hasta que nos lo dejo en 100 pesos más que lo previsto. Eso sí luego serían 150 de propina.

mariachi.png

La experiencia fue muy interesante. Tranquila, de paseo. Todo lo contrario que lo que sugieren las mesas corridas de 16-20 personas que es lo que en el fondo hay en la trajinera. Las fiestas por la noche tienen que ser finas. El nuestro fue más light. Dos cervezas cayeron el tope del desfase 😉

En el trayecto te cruzas con otras muchas trajineras. Las ocupadas por mariachis que se ofrecen a navegar contigo mientras tocan, los que te dejan un cubo de cervezas para que pagues a la vuelta las que has consumido, los comerciantes de tacos y comida o aquellas con las enormes marimbas. Yo hasta ese día pensaba que era una sintonía del Iphone. Ains.

El viaje fue muy agradable. Fue bonito que la primera canción que oímos de los mariachis, mientras nos acercábamos (luego pasarían muchas otras embarcaciones) fue Malagueña Salerosa, una canción que conocí por Kill Bill y que me recuerda a mi familia, porque la tocamos muchas veces en casa, pues ellos, claro, la conocían de antes.

Muñecas y serpientes

Ya con la primera hora del viaje hecha, tocaba volver. Haríamos dos paradas. Una en una pequeña recreación de Isla Muñecas que tiene unos 60 años de antigüedad. Nos contaron algunas historias curiosas sobre su origen.

Poco después desembarcamos en un invernadero. El lago es famoso por sus chinampas, una técnica ancestral para obtener tierra cultivable sobre el propio lago y que me parece muy inteligente. Es por tanto típico el que se cultivan muchas flores.

Sin embargo al final del invernadero nos encontramos con Profauna. Una exposición de serpientes de diferentes tipo y también proveedores de toxinas para la UNAM.Nos animamos a entrar y fue una experiencia curiosa.  A mí me dan cosa y el sentirlas al tacto y soportar el peso te das cuenta de que son anímales como los demás. Pero no. Cuánto daño ha hecho el cine.

Estuvimos más rato del previsto con Gus, el cuidador que nos habló y enseñó. Aprendimos que las serpientes constrictor como la pitón esa amarilla que se ve, no son venenosas. Vimos un lagarto de Jesucristo, un sapo cañero, un par de pitones y también un crótalo. Con cabeza de diamante, esa sí, originaria de México.

Por último vimos unos animales completamente desconocidos para nosotros, los ajolotes. Unos anfibios similares a un renacuajo que no llegan a evolucionar hacia otro animal.

Así que moló mucho. Y también moló cuando nos lavamos las manos y salimos de nuevo a la luz del día 😉 Desde allí ya el paseo fue muy tranquilo. Otra cerveza y fin. Javier nos acompañó a sacar dinero a un Bancomer cerquita del mercado.

Estuvimos dando una vuelta por allí, hicimos parada técnica en la Casa de Arte, donde fueron muy amables y nos invitaron al carnaval del finde siguiente y ya un uber – fallido – y al segundo, a casa.

Eran ya casi las 18:00 y nos paso lo que muchos días. Comida-Cena y a descansar.

3 thoughts on “De trajín en Xochimilco

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *