Acueductos, crepes y Turandot

Comenzamos el día justo en frente de nuestra casa. El sonido de la fuente nos acompaña mientras disfrutamos del desayuno. Hoy iremos a recorrer otra zona de la ciudad. Llegaremos a la impresionante Plaza de los Fundadores – la ciudad tuvo gran importancia en la independencia de México – presidida por el Templo de Santa Cruz.

Desde allí en seguida llegamos al Panteón de los Queretanos ilustres, donde mola ver que ya tienen las peanas listas y vacías para los que vayan surgiendo.  La vista del acueducto es espectacular desde ahí. Se cuenta que el acueducto fue construido para honrar el amor imposible de Juan Antonio de Urrutia – quien preside la plaza de armas de la ciudad – y una monja, y llevado a cabo por indígenas chichimecas.

Tras el paseo cerca del acueducto bajo un calor majo, volvemos a la plaza de los fundadores y escogemos para comer el Balkan Bistro. Mientras caminábamos por la plaza habíamos visto varias argollas. El camarero nos explica que recientemente se ha reformado la plaza para unirla a la explanada del templo para poder hacer grandes eventos. 

Nos habla del Trovafest, y que las argollas son para las lonas 🙂 Yo que pensaba que era algo antiguo y resulta que es como los huecos para los tablones de San Fermín 🙂 La otra cosa que me llama la atención es que la mesa cojea, pero tiene en cada pata un tornillo para ajustarla. Algo que ya vi y me llamó la atención en Toscano en el DF.

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Por cierto, buscad la plaza en Street View dentro de un tiempo, porque nos estaban grabando 🙂

Ya con el pan de pita en el cuerpo, vamos a conocer la Alameda Hidalgo. Me sorprende, y ya lo he visto en más sitios, que los DVD´s pirata se venden en mercados de manera evidente. El cuerpo pide café y el plan es ir a comprar algo de ropa. Así que nos acercamos al Café Mané. Estuvimos realmente a gusto, con una mesa que daba justo a la plaza y a la escultura de Neptuno. Fuimos luego a comprar a Vertiche, que ya conocíamos de Guanajuato. Debimos estar allí como 3 ó 4 horas. No lo recuerdo bien 😉

Ya con el deber cumplido fuimos a casa a descansar y escribir y así pasamos el resto de la tarde. Salimos por la noche a cenar. La elegida fue la crepería Villemont. Que ese día tenía martes de 2×1 🙂 Cenamos guay y a la salida, nos topamos con Giorgio Alberto Cortez, que nos sorprendió con una preciosa interpretación de Turandot. Ya en casa, un Sense8 y zzzzz.

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