Los lémures son quizá una de las características de Madagascar más conocidas en el mundo. Nosotros en el Parque Natural de Ranomafana tuvimos la suerte de poder ver de cerca a estos primates, y siempre es un honor y un privilegio poder contemplar a estos animales en su hábitat natural, en plena naturaleza.
Nos despertamos en Fianarantsoa y bajamos a desayunar al bar del hotel. Pedro quiere integrarse con la cultura gastronómica malgache y pide el típico desayuno local: arroz con verduras. Yo me conformo con unas tostadas con mermelada y mantequilla. Los dos empezamos el día con un buen café, para empezar el día con energía y recorrer el parque de Ranomafana.
El viaje en carretera de Fiana hasta el parque de Ranomafana lo hicimos en taxi brousse (5.000 arys por persona). El trayecto fue un poco tedioso, ya que el taxi brousse estaba lleno hasta los topes, y tuvimos que compartir asiento con una gallina, aunque lo peor fue lo eterno que resultó el viaje, ya que la policía nos paró en tres ocasiones.
No recuerdo cuánto tiempo tardamos en llegar, pero al final logramos alcanzar nuestra meta, el Parque Natural de Ranomafana. El precio de las entradas es más elevado de lo que habíamos calculado, y tuvimos que juntar todo el efectivo que llevábamos encima y pagar con los arys que teníamos y 15 euros adicionales. Las tarifas del parque son 110.000 de las dos entradas, más los 75.000 del guía. Entrar con guía es imprescindible, ya que el recorrido no está marcado como tal y perderse sería algo bastante fácil.
La Unesco decidió en 2007 inscribir a las Pluviselvas de Atsinanana, situadas en la costa oriental de Madagascar, como Patrimonio de la Humanidad por su biodiversidad. De hecho, el parque natural de Ranomafana forma parte de las Pluviselvas de Atsinanana junto con otros 5 parques naturales de la zona.
Tada, nuestro guía, nos acompañó por el parque, enseñándonos las particularidades de la zona, atento en su fauna como en la flora. Nada más llegar un camaleón nos dio la bienvenida, y nosotros no podíamos estar más contentos. 🙂 Hablando de la flora, nos comentó que los bambús del parque crecen a un ritmo vertiginoso, entre 3-5 cms en un sólo día.
Gracias a Tada pudimos ver en su hábitat natural a un montón de animales increíbles como los lémures, que son primates endémicos de la isla de Madagascar. Pudimos ver a un babuino dorado o golden bamboo lémur, una especie descubierta en el parque en 1991, cuando el Parque de Ranomafana fue inaugurado.
Recorriendo el parque, cerca del río Namur, pudimos ver un Sifaka, un lémur en peligro de extinción, saltando de árbol en árbol como un auténtico tarzán. Qué privilegio tuvimos. No fue el último lémur que vimos en el parque, justo antes de salir del mismo, pudimos hacer unas cuantas fotos a una lémur de cola anillada (Lemur catta), el más representativo y famoso de Madagascar.
Los mamíferos fueron los grandes protagonistas del parque, aunque no podemos olvidar a otros animales que también pudimos ver. Tuvimos la suerte de ver un montón de insectos autóctonos de Madagascar que nunca habíamos visto, como bichos palo de tipos diferentes, mariposas, etc. Los reptiles, también se dejaron ver, algunos pequeñitos como salamandras, algunos un poco más grandes como camaleones.
Tras la visita al parque, fuimos a comer a este sitio muy cerquita del parque. Recuerdo que comimos a gusto y que el entorno nos recordaba un poco a Euskadi. Habíamos preguntado a un vecino por algún sitio para comer y nos señaló en dirección a este local, diciendo que era una «piseguí». Nosotros entendimos «Pizzerie» y para allí que nos fuimos. Fue después cuando entendimos que era una epicerie, o tienda donde se puede comprar comida, lo que se convirtió en una broma recurrente entre nosotros desde entonces.
Tras la comida, vuelta a un taxi brousse y de vuelta a Fianarantsou. Creo recordar que nos metimos a la cama sin cenar, de tan cansados como estábamos. Vimos un rato de «El Clásico» y a dormir.