La inspiración para el Estudio Ghibli

Hoy será un día de esos, que muestran que la ausencia de plan es el mejor plan. Por la mañana no teníamos ni idea de quién era José Paronella y esa misma noche nos habíamos transportado al sueño cumplido de este inmigrante catalán y aprendido cómo influyó en Miyazaki.

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Todo comenzó con un mango

Nos levantamos antes del amanecer y fuimos a ver los primeros rayos de sol a la playa. Es difícil para cualquiera que no haya pasado tuberculosis describir lo bonito que fue. Así que, por lo menos, compartimos las fotos.

Nos pusimos en marcha. Buscando un sitio para desayunar. Así es como dimos con FrostyMango. Durante todo el viaje por la costa Este de Australia estuvimos viendo cosas gigantes: cangrejos, gambas, mangos, plátanos, arañas, canguros… así que cuando vimos a este simpático mango abrazante, vimos claro que pararíamos.

Estuvimos realmente a gusto, la camarera era muy simpática, nos tomamos varios cafés junto con las tostadas de mermelada de mango y vimos publicidad del Paronella Park. Pasamos bastante rato pensando si ir. Tenía buena pinta, pero no era barato. In extremis, cuando ya habíamos decidido que no y estábamos yéndonos, leí que en el precio de la entrada estaba incluida una noche de camping. 🙂 Eso fue lo que decantó la balanza.

Una carretera que separa dos Patrimonios de la Humanidad

Pero mucho antes de eso, viviremos muchas cosas este día. Bajaremos el desayuno haciendo algo de ejercicio. Visitando las cataratas de Paluma, parte de la reserva patrimonio de la humanidad. Ya dentro del parque, por primer y única vez pasamos por un camino inundado – hay cientos de kilómetros en riesgo de inundación por la zona –  y comenzamos la subida al mirador. (Y por penúltima vez vimos un canguro) Hacía calor y todo el trayecto estaba adaptado con unas esterillas de plástico que facilitan el recorrido, pero le aumentan la temperatura. Cada pocos metros veíamos u oíamos un lagarto que había salido a tomar el sol y al que molestábamos en su tarea.

Un parada en Ingham, oyendo una emisora en italiano, para comprar Oreo edición especial Hallowen (sí, le quedaba una semana para caducar) e ir al baño. En el hilo musical, Joe Cocker con “You can leave your heat on”. La gente seguía vestida cuando salimos y seguimos de ruta.

Los campos de caña de azúcar se extienden hasta que alcanza la vista. Seguiremos nuestro camino hasta llegar a un lugar que marca la separación entre el Parque Natural de los Wet Tropics y el de la Gran Barrera de Coral. Hay un pequeño mirador que cuenta la historia de los pueblos que los habitaban hace siglos y que explica que han colocado unas pasarelas de cuerda por encima de la carretera para que los animales puedan pasar de uno a otro 🙂

De vuelta a la carretera y una nueva parada. Esta vez en Cardwell. Vi – Nagore no quería ver más ANZAC´s 😉 – el parque conmemorativo de la batalla del Pacífico en la II Guerra Mundial y una dedicatoria especial a O´Hare, piloto de combate en honor del que está nombrado el aeropuerto de Chicago.

Paronella Park, un sueño hecho realidad

Vuelta a la carretera y ahora ya sí, hasta Paronella Park. De nuevo, atravesando enormes plantaciones de caña de azúcar. Y en esta zona ya, alejados de la carretera principal, atravesando innumerables veces vías de tren que sirven para recoger la producción. Cada terreno tiene su propio trazado férreo. Sorprendente.

Llegamos a la hora de comer más o menos. En los últimos días habíamos recorrido casi más de 3.000 kilómetros hacia el norte y los días ya eran evidentemente más largos que en Sydney. Nos apuntamos a los tours guiados de por la tarde y por la noche y nos fuimos a comer.

Jose Paronella, nacido en un pequeño pueblo catalán, llegó a Australia en 1913. Trabajó durante 11 años en las plantaciones de caña de azúcar y se dedicó después a comprar y vender granjas. En 1924 volvió a España para ver que su prometida se había casado con otro. Decidido a volver con pareja, se casó con la hermana, Margarita y juntos volvieron a Australia en 1925.

En 1929 compró el terreno en el que construyó Paronella Park: su residencia, el castillo de inspiración española, jardines, pistas de tenis, un sala de proyecciones al aire libre… todo ello con la primera turbina hidroeléctrica de Queensland. Fue así como lo convirtió en el centro de la vida de la región durante 30 años. Hasta que con con dos fuertes inundaciones y su muerte, cayó en el olvido y el musgo se adueñó del lugar. Un libro cuenta su historia.

Por segunda vez en este viaje la comida fueron unos espagueti de lata. Algo que yo nunca antes había visto. (y que si todo va bien, nunca volveré a ver 😉 Y ahora ya sí. Todo listo para adentrarnos en el sueño cumplido de Paronella. Conocimos a Jin, el guía japonés y nos pusimos en marcha.

A mí el sitio me entusiasmó desde el primer momento. No sólo el entorno es precioso y las construcciones bellas, sino que además habiendo estado abandonado durante años en medio de la selva, la naturaleza ha ocupado parte de los edificios y todo en el lugar respira un aire misterioso y fascinante. Tanto es así que el lugar, según se dice, inspiró a Miyazaki para la primera película del estudio Ghibli: “El Castillo en el Cielo”

Durante más de una hora recorrimos el lugar, pasando por el cine, la primera casa de la familia, hoy convertida en museo, el castillo, las pistas de tenis con sus vestuarios derruidos, la terraza junto a la cascada – donde vimos una enorme anguila que Jim trató sin éxito de cazar – y de ahí al túnel del amor que llevaba a otra pequeña cascada dedicada a su hija.  Terminamos paseando por el bosque de bambú y la zona de las tortugas.

Al terminar bajamos con Jim a otro minitour para ver la pequeña central hidroeléctrica y después de dar un paseo por el puente colgante, nos tocó descansar un rato mientras anochecía para poder ver el tour nocturno en el que disfrutamos de un ambiente aún más cautivador. Mientras paseábamos vimos una preciosa rana amarilla, un pequeño murciélago y la primera luciérnaga que yo he visto en mi vida, que Jim nos mostró. La visita terminó con un el castillo iluminado al son de la música de a”Castillo en el Cielo”. Un día inolvidable.

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