Dejamos atrás Tailandia. Hoy disfrutaremos de un día bastante intenso y aprovechado. Cambios de país, amigos y primeras sensaciones vietnamitas. (Muy positivas)
Nos despertamos en el Burger King y nos ponemos en camino hacia el mostrador de facturación. La chica de AirAsia nos dice que deberemos tener un billete de salida de Vietnam de cara al control de inmigración. Así que mientras nos tomamos un café muy bueno en un clon de Twitter Blue Cup Coffee, compramos un billete de bus de salida de Vietnam. 20 dólares. El doble de lo que cuesta de forma presencial, peeeero….
Tenemos aún bastante rato y nos ponemos a leer. Para cuando llegamos al mostrador es ya last call y todo el mundo ha embarcado. Nos ponen una jardinera para nosotros solos y hacia el avión como unos locos por las pistas. Cuando llegamos a la escalerilla de acceso todavía hay gente subiendo así que no tuvimos que pasar vergüenza. Viaje tranquilo (creo que es por fin la primera vez que veo que no hay indicativo luminoso de prohibido fumar junto al de cinturones) y…
Good morning Vietnam
Llegamos a la capital. Hanoi. El ritual habitual: inmigración, aduana, sacar dinero y comprar SIM. El plan es llegar a nuestro Airbnb e ir al encuentro de Andrés que está de vacaciones por aquí, para comer. Cogemos el bus 7 y luego el 38 y ya estamos en la puerta de casa. Nos cuesta un ratín contactar con el dueño. Justo cuando íbamos a buscar un sitio para tomar algo frente a un edificio que seguimos sin saber lo que era, lo conseguimos. Atravesamos las cintas de correr de la tienda de debajo de casa y salimos a la escalera de nuestro apartamento 🙂
Dejamos las cosas, nuevo bus y hacia el centro. El french quarter. La herencia colonial en la ciudad es evidente (aún más evidente tras venir de Tailandia, que nunca fue colonizada) y su contraste con las construcciones brutalistas del ensanche en el que estaremos nosotros en nuestra semana aquí, le da a Hanoi un estilo que a mí me ha encantado. Como en Tailandia o Indonesia, – creo que incluso más – cruzar la calle puede llegar a ser realmente desesperante.
Nos equivocamos un poco y bajamos antes de tiempo. Vemos por primera vez algo bastante característico de la ciudad, puestos en la calle en los que te cortan el pelo. Estamos sin batería en los móviles así que paramos a tomar un café y a usar un enchufe. «Latte». «No latte. Vietnam coffee.» 🙂 Buen café. Cada vez me gusta más esta ciudad. En 30 minutos aquí ya me ha cautivado más que Bangkok. Quizá soy un capullo 😉
Pasaremos por delante del mercado de Dong Xuan, construido por los franceses, y en seguida daremos con Andrés, Manu, Carlos y Ricardo. Mola mucho quedar con amigos tan lejos de casa 🙂 Mientras conocemos la otra Hanoi, nos cuentan sobre su itinerario por el país, así que nos sirve para hacernos un plan. Dedicaremos el resto de la mañana a callejear y encontrar un sitio en el que comimos realmente bien. La famosa bun cha fue el único «plato». Típico de Hanoi es una comida compuesta de sopa, panceta de cerdo a la plancha, hierbas y arroz. Muy muy rico. Después de comer, cafecito mientras nos poníamos al día. Estos se tenían que ir ya al aeropuerto así que tocaba despedida en su hotel.
Nosotros vuelta a casita. Por una calle llena de embajadas y gente en moto por la acera. El día estaba siendo largo, pero aún tenía que ser un poco más. Queríamos ir a comprar para estos días. Conocimos a Chang, nuestra vecina que nos recomendó que fuéramos a comprar a Lotte Center. A unos 30 minutos andando de nuestra casa. Con sus 65 plantas es el segundo edificio más alto – con diferencia – de Hanoi y de todo Vietnam. Así que para allí que nos fuimos. Lotte es una compañía koreano-japonesa, cuyos restaurantes de comida rápida Lotteria, ya conocíamos de Tokyo. Una coca cola y a comprar. Nos sorprendió enormemente lo alto de los precios. Muy altos incluso para España. Pensamos que era el lugar pero no, nos encontraríamos precios muy altos en los supermercados que visitamos en Hanoi en todas las ocasiones. A diferencia de la comida popular o el transporte. Estábamos bastante cansados, así que un ubercito, que llevábamos peso y a casa. Unos cereales y a dormir.
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