Nuestra idea para hoy era pasar el día en casa de Natsir aprendiendo algo con él o su familia. Pero como finalmente ayer no pudimos ver los sitios previstos, decidimos salir un rato por la mañana y volver por la tarde.
Las tumbas infantiles de Kambira y la cueva de Tampangallo
Así que tras desayunar nuestro té de gengibre y plátanos fritos nos ponemos en camino a seguir descubriendo la tierra de los toraja. Así llegaremos en unos 30 minutos al pueblo de Kambira donde visitaremos unas muy interesantes tumbas infantiles.
Según parece los toraja creen que cualquier niño que muere antes de que le salgan los dientes es completamente puro y por tanto es devuelto a la naturaleza para que vuelva a nacer.
La forma de hacer esto es creándole un pequeño enterramiento dentro de un árbol para que pueda alimentarse de la savia. Siempre en la dirección contraria a la casa de sus padres.
Nosotros disfrutamos de la visita, si bien la entrada – creo recordar que eran 2 euros – que nos vendió una señora de 140 años nos pareció un poco elevada. Junto al árbol que se visita hay un campo de bambúes que también es muy bonito. Nosotros nos adentramos un poco para ver si había más áreas que conocer. No.
Fuimos después a visitar la cueva mortuoria en Tampangallo. Para ello, después de hacernos unas fotos con los niños que nos lo pidieron mientras cruzábamos los bellos campos de arroz, tuvimos que cruzar un puentecito que hubiera hecho las delicias del amigo de Edgar.
La cueva es interesante, con diferentes calaveras en repisas y pequeños ataúdes de madera y de piedra. Cuesta pensar que los cráneos son de verdad. Además hay algunos de los más bellos tau tau´s que veríamos en todos los días en la tierra de los toraja.
Fugaz visita a Rantepao…
Fuimos después a la capital de Tana Toraja, a Rantepao. Lo primero que hicimos fue visitar el mercado. Efervescente. Los diferentes olores se iban mezclando a nuestro paso. Pescado fresco, frutas, gengibre, el famoso café de la zona…
Sacamos algo de pasta y nos fuimos a tomar un cafecito. Nos habíamos alargado algo y ya era hora de volver a casa a comer.
Una tarde muy diferente
Llegamos y una vez más, a mesa puesta 🙂 Disfrutamos la comida y después dedicamos la primera parte de la tarde a charlar con Natsir y a grabar un vídeo contando su proyecto. Tiene una clara visión de cómo puede ayudar a su comunidad y está trabajando en ello con ahínco. En el momento de escribir esto, Fanego y Tamara están trabajando en el montaje.
Después, aunque ya era tarde, Natsir nos enseñó a hacer chocolate. 🙂 Fue una experiencia muy interesante. (Sí, en Indonesia nos dio por aprender cosas 🙂 Yo vi por primera vez en mi vida cacao recogido del árbol (una especie de mazorca amarilla que contiene en su interior los granos, que están recubiertos de un líquido blanco. Si los chupas ya se adivina el sabor a chocolate amargo 🙂 Nuestro anfitrión nos los dio ya limpios así que nos dedicamos a:
- Tostarlos durante 30 minutos
- Después ya están listos para quitarles la cáscara que es lo que hicimos.
- Probarlos los granos tostados.
- Machacarlos con un mortero enorme 🙂
- Pelar cacahuetes
- Moler cacahuetes.
- Y por último añadir aceite de canola, algo de gengibre y removerlo todo con vigor. Bueno, esto lo hizo Natsir mientras nosotros cenábamos 😉
Después de cenar con un par de voluntarias del proyecto – inglesa y californiana – Natsir nos estuvo hablando de otro de sus proyectos, su colaboración con SmileTrain. Un proyecto para operar a los niños con labio leporino, que justo Fanego conocía de haberlo leído recientemente en «Think like a freak». Poco a poco nos fue venciendo el sueño y dimos por finalizado un día más que interesante.
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