Día 2 en Tana Toraja. Contra pronóstico no hemos dormido mal. Todo lo contrario. Y eso que ha estado lloviendo toda la noche. Hoy tenemos dos planes. El primero es ir de funeral.
Funeral en Tana Toraja
Natsir nos trae el desayuno por la mañana. Galletas de corazones y té de gengibre. Mientras lo disfrutamos se acercará una niña. Así es cómo conocemos a Nisah. Una espabilada niña de seis años, sobrina de nuestro anfitrión. Charlaremos un rato con ella y nos pondremos en marcha.
Constantino nos ha invitado al funeral de su madre. Según nos explicó Natsir anoche son el principal hecho social de este pueblo. Suponen, además, – me imagino – un motor de la economía, pues cada vez que se produce uno, los vecinos sacrifican búfalos y cerdos como ofrecimiento a la familia. Según su poder adquisitivo tantos más animales se sacrificarán para ser consumidos luego por los asistentes al entierro (quizá todo el pueblo) en función de su aportación, que es previamente anotada según comprobamos.
Natsir nos explica que este tipo de enfoque es muy propicio a que la gente viva para las apariencias y no permite crear riqueza en el largo plazo. Lo que además va unido a que cuando alguien muere los vecinos se ofrecen a construir una casa o tongkonan (que tienen forma de barco en memoria de los primeros ancestros que llegaron a la isla en barco) para albergar al muerto embalsamado durante los meses que sean mientras se realizan los preparativos. Pero esas casas son quemadas durante el entierro. El número de cornamentas de búfalos en las entradas de las casas, corresponde a los que han ofrecido. Una forma de mostrar ese status. Si reflexiono sobre ello no me parece tan lejanos a bodas y fallas…
Cuando vamos llegando, la gente ya está subiendo cerdos vivos hacia el centro de Renbom. Van atados utilizando cañas y hojas de bambú. Al llegar la gente va apuntando en una especie de taquilla qué han llevado. Somos los únicos extranjeros (luego llegará otra pareja) pero la gente no nos hace demasiado caso. Vemos cómo la gente se va agrupando bajo los tongkonan, que se encuentran numerados. Según nos explicaron es así como se organizan los aportes y la comida posterior. En el centro de la calle en uno de ellos, que intuimos que alberga al honrado, su foto preside el lugar.
Seguirá llegando gente. Por cierto que una cosa que nos llamó la atención de Indonesia en general y Toraja en particular es la gran cantidad de gente que fuma un fuerte tabaco que impregna el ambiente. Llegará el primer bufalo, que veremos sacrificar en directo un rato después. Charlaremos un rato con una chica que se ofrecerá a integrarnos en su grupo aunque lo rechazaremos y después, ahí sí, un grupo de chicas ataviadas con peinados y trajes tradicionales de ceremonia, nos pedirán hacerse fotos con nosotros. Según parece, en su origen, en los ochenta cuando comenzaron a llegar turistas, fue un motivo de orgullo para los toraja. Quizá siga siendo igual.
Poco después decidimos ya irnos. Para nosotros fue una sensación y una experiencia interesante. Presidida, por lo menos para mí, de una sensación constante de estar fuera de mi ambiente. Lo que es interesante, claro, al tiempo que curioso.
De ruta por Tana Toraja
Nuestro segundo plan del día fue recorrer algunos de los pueblos y lugares funerarios de la región. Antes de continuar pedimos a Talaiso que nos llevara a Makale a tomar un café. Compramos una SIM, nueva ocasión para conocer la amabilidad de la gente de la zona, y encontramos un pequeño sitio para tomar café justo al lado. Menos mal porque volvía a llover. El café tenía una pinta horrible y estaba muy bueno 🙂 Un para de botellas de agua en la tienda de la esquina y continuamos camino.
Así que nos ponemos en camino. Disfrutaremos del entorno hasta llegar al pueblo de Lemo. Allí se encuentra una de las zonas funerarias más antiguas de los toraja. Se trata de un conjunto de 75 pequeños niños labrados en la roca a unos 20 metros de altura. Junto a cada nicho hay una representación en madera tallada del finado (tau tau). En su origen, en el siglo XVI, sólo los nobles podían ser enterrados aquí. Volvía a llover a cántaros, así que nos refugiamos en las tiendecitas cercanas al cementerio. Aprovechamos para charlar un rato con uno de los artistas principales de la técnica de los tau tau. De vuelta al coche, intentando lograr algo de cobertura, logramos ver – sin CSS – que UK había optado por el brexit.
Y seguimos camino. Siguiente parada ke´te ke´su, ciudad nominada a Patrimonio de la Humanidad y considera la ciudad que mejor preserva la cultura toraja. Llegamos, pagamos la entrada y como empezaba a llover de nuevo nos metimos en la casa de al lado a resguardarnos de la tormenta. Mientras uno de los habitantes de la cosa veía la Eurocopa, otro estaba en una mesa tumbado, boca arriba con una sábana por encima que dejaba entrever sus pies. No, sólo estaba durmiendo.
Fue aquí donde vimos las casas toraja más bellas, algunas de ellas con musgo en los tejados lo que le daba un aire interesante y donde vimos otro de los enterramientos en una cueva al final del pueblo en una cueva. Aliano, un niño, hacía guardia para ver si necesitábamos linternar o alguna otra cosa. Para llegar allí, mientras pasábamos por delante de tau tau´s de tamaño real, de los fallecidos que entendemos estaban dentro de los tongkonan, esperando el día de su funeral.
Llegaba la hora de comer (ya hacía rato que había llegado, en el fondo) y nos dirigimos a comer a un lugar precioso. Disfrutamos entre otros, de gado gado y pamarrasan. Estuvimos solos en el restaurante rodeados por campos de arroz.
Vuelta al coche para ir volviendo hacia casa. Nuestro conductor nos dijo que era ya tarde para visitar más lugares como era nuestra idea, así que nos llevó ya para casa. Llegamos de noche. Justo a cenar 🙂 Cenamos yangosiman y perkedel. 🙂 Nos quedaríamos de charleta en la escuela – acompañados por una lubiérnaga, la segunda que veíamos en nuestra vida – hasta que ya bastante tarde nos venció el sueño.
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