Blanco que te quiero Blanco

Hoy nos hemos levantado un poco pachuchos, pero queremos aprovechar nuestra visita a Chiang Rai y ver el templo blanco. Mucha gente nos lo ha recomendado, así que tenemos muchas ganas. ¿Nos gustará? ¿Encontraremos a Doraemon?

Arte contemporáneo en estado puro

El templo no está muy lejos del pueblo, así que iremos en transporte público. De la estación de autobuses de Chiang Rai salen cada media hora los autobuses, aunque a nosotros no nos hace falta llegar. 😉 Cuando estábamos de camino un autobús, de unos mil años, pasó a nuestro lado con la foto del templo en el parabrisas. Alcé la mano, y nos subimos en marcha. Cosas graciosas del viajar.

En unos 30 minutos el autobús (20 baht por persona) y allí nos plantamos. La entrada era gratuita. 🙂 Empezamos por la parte menos turística, pasillos con adornos extraños en el techo, árboles con cabezas de personajes de película (lobezno estaba sin pintar pero era él, seguro) 😉 A mí me gustó muchísimo, cada detalle me sorprendía cada vez. Me enamoré del robot que custodia la entrada, no me puedo resistir a tanto brillito.

El baño era una auténtica obra de arte. De hecho, lo es. Es conocida como la Casa de Oro. Aunque no tengas ganas de ir no olvides visitar esta parte del templo. Es muy brillante 😉

Una cosa que hemos aprendido de los templos tailandeses, es que paran al mediodía para comer. Así que cuando íbamos a entrar al templo, este estaba cerrado. Eran las 12 de la tarde, pero teníamos un poco de hambre, así que nos fuimos a buscar algo rico a las instalaciones cercanas al templo. Unas hamburguesas fueron el menú vencedor. Estuvimos la mar de a gusto en una pizzería (lo sé no pega pedir hamburguesa en una pizzería, pero estaban riquísimas) 🙂 Yumiiiii

Ya con los estómagos llenos nos fuimos a ver el templo blanco. Toda esta maravilla es obra del artista local Chalermchai Kositpipat, una celebridad en Chiang Rai.

«Sólo la muerte puede detener mi sueño, pero no puede dejar de mi proyecto» Chalermchai Kositpipat

Antes de entrar en la parte principal del templo, el Ubosot, hay que pasar por el Puente de la Reencarnación, un lugar muy especial. El puente representa el paso de de la muerte a la vida, gracias a la reencarnación. Es muy interesante.

Antes de entrar en el Ubosot, hay que pasar por la Puerta de Cielo. Este lugar está custodiado por 2 grandes Rahus. Ellos deciden quién vive y quién muere. (Parece como un videojuego). Si la manada de turistas te deja entrar, consigues visitar el Ubosot. Un lugar muy extraño, donde la modernidad y la tradición se quieren fusionar. Sí, hay un Doraemon y más cosas raras. Pero Buda también está, que él es el protagonista del lugar. No se podía hacer fotografías, así que ya sabéis, para descubrir este arte tendréis que ir hasta Chiang Rai.

Después de la visita, ya se hacía tarde y teníamos que descansar. Al hotel de vuelta. En bus, eso sí que hay que ahorrar. Tarde de posts – y Lawrence de Arabia – y sándwiches para cenar.

Buenas noches.

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