Comenzamos el día con mudanza. No habíamos entendido bien a Marcelo cuando prorrogamos la estancia inicial de dos días y nos teníamos que cambiar en nuestra última noche al centro, a otro piso que tiene allí. ¡Sin problema! Desayunamos tranquilos, Amina compró un zumo para Nagore para mejorar el catarro, estuvimos haciendo cosillas y cuando estuvimos listos nos fuimos para allí.
«Camino de Guanajuato, la vida no vale nada» José Alfredo Jimenez
Ya instalados de vuelta en el sitio nuevo, nos pusimos en marcha con el que era el plan de la primera parte del día. Visitar la mina de La Valenciana. Amina se apuntó así que nos salimos de casa los tres. Lo primero que hicimos fue comernos una pechugas con patatas en Broaster Chicken. Y entonces ya sí y por fin, nos fuimos a enfrente de La Alhóndiga a coger el pesero al poblado de La Valenciana.
La Mina de La Valenciana
Ya en La Valenciana y como otras veces, no hubo que esperar. Un señor se acercó rápidamente y nos condujo a la entrada de turistas de la mina. Todas las minas de Guanajuato están conectadas bajo tierra. Nosotros entramos por la bocamina de San Cayetano, justo al lado del templo. De la mina se obtenían 2/3 de toda la producción de Nueva España.
Estuvimos esperando unos minutos a nuestro guía Adrián en una sala con maquetas de todas las minas de la ciudad. En seguida comenzamos el descenso de 60 metros, 154 escalones, por empinadas escaleras hacia abajo. Todos los túneles por los que pasamos fueron hechos por el hombre hace unos 500 años. Adrián nos explicó la forma de barrenar, que era metiendo cilindros de madera mojada entre huecos hechos en la roca. Cuando se secaban, la rompían. Al final del recorrido, pudimos ver las vetas de oro y plata.
Es impresionante pensar lo duro que tuvo que ser el trabajo de los mineros que subían cargados con sacos de unos 70 kilos (para obtener unos pocos gramos de plata u oro) desde más de 700 metros. Nos contaron que además subían sobre troncos en los que les cabía medio pie. La técnica se llamaba extracción a lomos de indio. Posteriormente pasaron a usar caballos. Los mineros no cobraban en dinero si no en vales que canjeaban de una tienda de raya. Vamos que una vida dura que lo flipas. Así.
Salimos y hay varias tiendas de cuarzos y tal. Me hizo ilusión ver que tenían pirita. El dije al chico que en La Rioja hay bastante y me mostró que tenían también 🙂
Después de la mina fuimos a ver el contiguo Convento de San Cayetano. Construido por el Conde de la Valenciana que prometió al santo que le honraría si había riquezas en la mina. Es espectacular el triple retablo de oro.
Mientras esperábamos al autobús de vuelta Amina y Nagore estuvieron comprando algunas chucherías y chiles y vuelta a Guanajuato. Allí vimos la alhóndiga de Granaditas por dentro. Actualmente es un museo de Historia, centrado en la historia de la guerra de independencia, con su propio panteón de los héroes.
Y rápido a casa, eso sí pasando por el estudio de ElPincheGrabador para comprar una postalita que habíamos dudado el día de antes y por la panadería de San Sebastián a comprar algo de merendar. ¿Por qué teníamos prisa? Un par de días antes habíamos comprado entradas para el concierto de gala de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. Así que (no) nos vestimos de gala y para allí que nos fuimos.
Al llegar, dedicamos un minuto de aplausos a Pedro López de Ibarra, tramoyista del teatro por más de 40 años. Yo no entiendo mucho de música clásica, lo que sé lo aprendí de Eva, pero disfruté el concierto. Siempre es una experiencia guay y el teatro es impresionante. En particular, me gustó la interpretación de Tzigane de Ravel. Al finalizar, una visita fugaz al OXXO para comprar algo de cena, ya eran más de las once y zzzzz.