Ayer llegamos a Dambulla. En sólo una tarde la ciudad nos maravilló. Bueno la ciudad en sí, no, si el templo de la montaña.
Pero antes, puesto que habíamos llegado temprano, habíamos salido a comer. Y con estas cosas del azar, justo al lado de nuestro homestay había un pequeño hotel, la mar de apaña´o con una piscina. Así que ese era el único plan fijo del día de hoy. Dudábamos de si ir por la tarde a algún sitio. Pero no, no lo hicimos. 😉
Por la mañana, a mesa puesta. Como unos señores. Pasaremos la mañana de la terraza de la habitación a la mesa del desayuno y viceversa. Separadas por un metro. Cocacola a media mañana 🙂 y a seguir nyumbaneando. Hace algo de calor afuera, peeeero se está tan bien….
Los egg hopper son uno de los desayunos que más frecuentemente nos estamos encontrando en Sri Lanka. Elaborados con masa de coco y especias como el chutney, sobre la que se añade el huevo que forma una especie de cuenco con el huevo en medio que se puede enrollar. Mmmm. Otro de los descubrimientos del año.
Lo dicho, a la hora de comer salimos para el hotel de al lado. Nos sorprende ver en recepción a dos chicas europeas. Bañito por aquí. Bañito por allá. Pedimos pasta y la verdad es que fue en error. Pero queremos cambiar de arroz y curries 😉 (La carbonara no llevaba ni bacon ni huevo (que pareciera) ni tampoco a una mala nata.
¡Y poco más que recordaremos! Más baños y a media tarde de vuelta a nuestro hotel. Más escribir, más té de Ceilán y a disfrutar de la cena – el mismo bufet del día anterior, pero estaba realmente bueno – con horario europeo. A las 19:50 ya habíamos terminado. 🙂 Pues oye, un affair (o dos) y a dormir. Yo sé que no os lo creéis, pero la vida del viajero también es cansada y hay días que hay que descansar.