Hoy haremos un camino parecido al de ayer. Una metáfora de la vida, de perritos a la ópera. Pero el objetivo no es ver museos, si no preparar este post. Sí, es el tercer día seguido que vamos a Central Park. El quinto si contamos la otra vez. Yo creo que estado más que en Madrid Río.
La estatua de la libertad de Brooklyn y Gray´s Papaya
Comenzamos el día de nuevo dando un paseo hacia Prospect Park. Vamos por Flatbush Avenue que separa el parque en dos. Nos paramos a ver – por fuera – el zoo y el jardín botánico. Nos llama también la atención la casa Lefferts, construida por agricultores holandeses en el siglo XVIII. Al llegar a Grand Army Plaza vemos que es día de mercado 🙂 A mí siempre me llama la atención ver mercados en la calle en grandes ciudades.
Damos un paseo por los puestos y enfilamos hacia el museo de Brooklyn, principalmente porque hemos leído que hay uan estatua de la libertad en el parking. Efectivamos, sí ahí está. Metro y al Upper West Side, a la 72. Pasamos por la calle Clark. Queremos ir a comer a Gray´s Papaya. Ya estuvimos en uno la vez anterior y queremos ir a otro. Recordamos que había tres y este está cerca de Central Park. Después nos enteraremos de que es el único que queda. Sus perritos llevan fama – merecida – y el sitio ha aparecido en casi 10 películas.
A la salida puesto que seguíamos con hambre nos pasamos por aquí. Comimos dos slices de pizzaca americana maravillosa. (La mía con piña, claro) Vimos a alquien que parecía Calamaro grabando un videoclip y pasamos después por un outlet de Bloomingdale´s a ver si caían unas botas. Nope. Y ahora ya sí, de camino al parque.
Tarde en el parque o noche en el museo o día en las carreras…
Enfilamos por la 72 y nos encontramos con una tienda de las que molan. Westsider Books (o Records) Una pequeña tienda de discos y libros de segunda mano. Un recuerdo a Bowie está presente el mostrador, claro. Parece, por la edad, que Bruce es el dueño y Kay trabaja allí. Bruce nos pregunta de donde venimos.
Entre los discos encuentro un email impreso que alguien de JP Morgan escribió hace 21 años, interesándose por la biografía de Al Kooper. Me encanta esa sensación de un objeto que acumula tiempo, de cuál será su historia. Pese a que no podemos acumular gran cosa en este viaje, nos hacemos con un pequeñito libro de ópera de 1940. En homenaje a Kristin, nuestra anfitriona. 🙂 A la salida, una marquesina nos informa de que Nest ha sacado nuevo producto. 🙂
Y ya por fin, llegamos al parque. El Dakota está en obras en su fachada. Nos acercamos a Strawberry Fields y estamos un rato escuchando Imagine y viendo a la gente buscar un hueco para hacerse una foto. Bowie, de nuevo, presente.
Una parada técnica y algunas fotos en el estanque y después estuvimos un rato grande muy a gusto viendo distintos artistas y performers en torno a la fuente y los arcos de Bethesda. Y seguimos hacia el sur buscando Woolman Rink y un pequeño puente piedra. Por fin los encontramos y… mola un montón. Ponerle el palo selfie a la reflex también nos hace pasar un buen rato. 🙂
Pese a que el día, está dando de sí, todavía nos apetece dar una vuelta, así que nos vamos hacia Columbus circle y de ahí al Lincoln Center. Es tan bonito como lo recordamos. Descubrimos una sala del complejo con wifi, calefacción y sillas – son, creemos, una forma de contrubición al barrio o algo así, vimos también en Wall Street la vez anterior – y nos paramos a descansar un buen rato. ¿Os acordáis del frío? Pues eso.
Y así, poco a poco, parada en Duane Reade a comprar champú incluída vamos bajando por la octava – aquí están todos los sitios para comer que no hay en la quinta – y nos metemos en el metro en Times Square y al hogar brooklinés. Un pastel de patatas de Idaho y calabacín de – casi seguro – México y dormir. (Estaba muy bueno)