Into the Wild (bueno, tampoco tanto)

Hoy se cumplen 52 años del segundo mayor terremoto de la Historia, con epicentro cerca de Anchorage que produjo enormes pérdidas y supuso un punto de inflexión en la historia del moderno Alaska. Como para recordarlo, un volcán entra en erupción en el sur del estado.

Si todo va bien, hoy dormiremos en Healy tras haber visitado el parque nacional de Denali.  Pero no todo irá según lo previsto.

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Andando sobre lagos y el alcalde de Talkeetna

Nos levantamos temprano, tenemos un día largo. El piso está calentito. La calefacción sale por el suelo y no por el techo 🙂 Hoy haré una cosa bastante molona: tocar la guitarra… bueno dos cosas. Tocar una guitarra hecha con madera de arce y ver señales de «peligro alces»

Tras despedirnos de las gallinas, comenzamos nuestro particular road trip alaskeño. Paradójicamente sonará en la radio Sweet Home Alabama seguida de Hotel California mientras enfilamos hacia la que será nuestra primera parada. Será muy cerquita de Anchorage. El Mirror Lake.  De hecho es aún el término municipal de Anchorage, que es enorme.

El lago está completamente congelado. Así que con bastante miedo al principio (y al final) nos animamos a caminar por él. (La anterior vez que lo intenté, hace muchos años en Suecia, se rompió el hielo…) Y de lago a lago. A este ritmo mala pinta tiene el llegar al parque. Visitamos por tanto el Reflection LakeNos adentramos un poquito por el camino y por la pasarela que lo inicia, pero pronto daremos la vuelta. No sin antes imbuirnos del espíritu de los sobrinos del pato Donald y recoger una botella de plástico que alguien había tirado. (Por cierto que desde aquí hacia el norte la carretera está salpicada de señales que anuncian multas de 1000 $ por tirar basura)

Seguiremos hacia el norte. Disfrutando de paisajes increíbles. La experiencia es majestuosa. Muy pocos coches. Muchos árboles, la mayoría aún sin hojas y las omnipresentes montañas de la cordillera Alaska al fondo.

Nos llevará unas dos horas llegar a nuestra siguiente parada. Haremos un desvío de más de una hora en total porque tenemos una comida con el alcalde de Talkeetna. Habitualmente vive en la tienda de Nagley o en el pub que es donde nosotros lo vimos y donde disfrutamos de la comida. Fue la primera vez en nuestra vida que probamos el caribú. (De hecho fue la primera vez en mi vida que yo supe lo que era un caribú) fue en un plato de chile (hay bastante influencia de la comida mexicana por aquí – y también de la thailandesea) mientras disfrutábamos de la final regional de baloncesto de la NCAA entre Syracuse y Virginia que acabarían ganando los neoyorquinos.

Into the Wild

Nosotros nos habíamos marchado ya en el descanso, que seguíamos viaje. Justo en ese momento comenzaba a nevar. 

Al principio fue curioso pero poco a poco fue haciéndose algo complicado. La carretera era muy buena, con grandes arcenes y seguiría siendo de día durante varias horas, pero la nevada era ya fina. No había ningún coche delante nuestro en kilómetros, así que éramos nosotros los que íbamos marcando el ritmo y creando las primeras rodaduras sobre la nieve recién caída. Estábamos tranquilos pero tuvimos que hacer muchos kilómetros a 30-40 millas por hora así que lo de visitar Denali quedó definitivamente descartado. Nos conformábamos con llegar a una hora razonable a Healy. En el trayecto no había otra cosa hecha por el hombre que no fuera la carretera.

Llegamos, tras un par de horas a la Chevron de Cantwell. Fue un alivio. Llenamos el depósito a unos 60 cénts/litro. (Al día siguiente sabríamos que eso era muy caro) Sacamos dinero, descansamos un poco… (en esa zona de Alaska, las gasolineras son como centros de servicios varios: sillones, cajeros, comida, grandes tiendas…) Para mí – y para las chicas asiáticas que venían en el coche de atrás – había sido la peor tormenta de nuestra vida. Creo que para el de la gasolinera, un chubasco de primavera.

Así que el hecho de que desde ahí y hasta Healy (pasando por Denali completamente cerrado) ya dejara de nevar y no hubiera más nieve en la carretera fue muy de agradecer. Llegamos a nuestro hotel sobre las 20:00. (Con la excepción del disparatado San Francisco el sitio más caro hasta ahora con diferencia) Pero el lugar molaba. Becky (Angela Landsbury) nos recibió súper amable y nos ofreció una habitación mejor que la que habíamos reservado. (Nos pasará continuamente en Alaska, al ser temporada baja) El lugar estaba lleno de libros, de DVD´s (lleno) y de VHS´s (ay!) Era una casa enorme, decorada como un estilo recargado con tapices, camas enoooormes…

Pero venciendo la tentación, nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores. En ese momento no lo sabíamos, pero siguiendo la calle/carretera en la que estábamos (Stampede Road) se llega – tras más de 20 millas entre la nieve – al autobús donde murió Christopher McCandless. El paseo moló mucho. El sol había vuelto a salir, había mucho silencio… hasta un malamute se animó a pasear con nosotros.

Pronto volvimos al hotel. Becky nos había dicho que cogiéramos lo que quisiéramos de la cocina para cenar y eso fue lo que hicimos. Unas english muffins, queso, cereales y manteca de anacardo fue nuestro menú. Mientras los únicos huéspedes – un grupo de asiáticos (serán la mayoría de los turistas que veamos estos días) – jugaban a las cartas, nosotros no retiramos ya a la habitación. Había sido un gran día. Nos costó poco quedarnos dormidos.

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