Hoy nos ponemos en camino hacia la tierra de los toraja. Desde que ví este programa de Jesús Calleja me llamó poderosamente la atención esta etnia y cuando llegamos a Indonesia decídimos que vendríamos. De hecho convencimos a dos geeks para que esta fuera su ciudad durante unos días. 😉
En los días que hemos pasado en Makasar hemos contactado con un tour operador local, Constantino, que nos ha buscado al que será nuestro conductor de estos cuatro días: Tailaso. Por otro lado, hemos decidido pasar los días conociendo el proyecto de Natsir, un profesor de inglés de Toraja, que ofrece su humilde casa y su gran sabiduría a quien quiera estar con él y su familia. Durante estos días tendremos ocasión de charlar mucho con él y conocer mucho más su escuela de inglés. Si vais a ir a Toraja y os apetece vivir una experiencia un poco distinta al típico tour, nuestra experiencia fue muy muy positiva.
Los toraja («gente de las cumbres altas» en buguinés (el idioma del sur de la isla) son un grupo étnico de más o menos un millón de personas que viven en la regency de Tana Toraja (tierra de los toraja) en la isla de Célebes.
Son uno de los mayores atractivos turísticos de Indonesia pese a lo cual mantienen cierto grado de uso de sus tradiciones, en particular de sus ceremonias funerarias, que pueden durar varios días, y en las que entierran a sus familiares que pueden llevar años muertos y embalsamados, mientras reúnen dinero para comprar búfalos y los gastos del entierro que son verdaderas muestras de peso social según nos contaron.
Día de ruta
Más puntual que nosotros, a las 9:00 está Talaiso esperándonos en la recepción del hotel. Tras despedirnos del recepcionista – un gran fan de Iniesta – nos ponemos en camino. Por delante unas 10 horas de coche. Menos mal que el coche es grande, no lo había pensado 😉
Pronto dejaremos atrás Makasar – y el único trozo de autopista por el que iremos en todo nuestro mes en Indonesia – y comenzaremos el recorrido hacia el norte. La mañana dará para muchas conversaciones y tendremos un viaje guay, pero pronto llegaremos a Pare Pare, donde paremos a comer. (festival del humor) Eran sólo las 11:30, y no teníamos mayor hambre, pero bueno, yatusabes las comisiones de los restaurantes. No estuvimos mal. Pudimos comer con cerveza por primera vez desde Bali y la gente era amable.
Vuelta al coche y vuelta a hacer kilómetros. El entorno es precioso. La carretera se va haciendo con más y más curvas hasta que sobre las 16:00 pararemos a hacer otro descanso y a tomar café. ¿El lugar elegido? Bambapuang. Tomamos un café malo (creo que el único de Indonesia, el resto muy buenos) con unas vistas formidables. Conocimos a una ¿monja? española que venía de la isla de Borneo de visitar gorilas y que nos explicó que la montaña que teníamos en frente es conocida como la montaña erótica, según le había dicho su guía. Aaaaaaaaahhhhhh.
Y por fin (casi no) llegamos…
Seguimos de ruta y fue anocheciendo. Serían ya las 19:00 cuando llegamos a Rembon. No habíamos logrado contactar con Natsir, así que andamos pendientes de llegar para llamarle. Tampoco sabíamos muy bien el tamaño del pueblo. Constantino nos recibió y nos ayudó a llamarle mientras nos ofrecía un té y pastas, en lo que era la víspera de la celebración del funeral de su madre. Bastante gente del pueblo estaba reunida, fumando y comiendo. Nos contó cosas de su visita a la República Checa siendo joven, después del terremoto del 2004. Se portó guay, si bien fue un poco insistente para que nos quedáramos a dormir, para que contrátaramos un guía…
Al final logramos reunirnos con Natsir que nos había ido a buscar a Makale. Fue una alegría, no teníamos muy claro si lograríamos cumplir con nuestro plan. Su hermano nos llevó hasta cerca de su casa en medio del campo y el resto lo hicimos andando, de noche, acompañados de algunos chavales de su familia. Llegamos y ya teníamos la mesa puesta 🙂
Disfrutamos de la cena, pato, sopa de calabaza, té de gengibre… todo de su huerto y de la conversación con Natsir que nos fue contando su visión de los funerales toraja. Es un gran conversador. Tendríamos más tiempo de hablar con él en los próximos días y profundizar en sus ideas. Todavía echamos un rato de charleta en la escuela y ya a dormir a nuestras cabañas. Al día siguiente nos dimos cuenta que era la noche de San Juan.
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