Bagan sea quizá lo más conocido de Myanmar. Es impresionante y hoy lo vamos a descubrir. Pero lo más gracioso es que lo haremos en bici. Yo no soy una gran fan de las bicicletas, pero era la manera más económica de moverse por el viejo Bagán.
A lo verano azul
Indurain, Indurain, Indurain. 🙂 Hoy toca deporte. Ni Pedro ni yo somos grandes atletas, pero hemos decidido que la mejor manera de conocer Bagán es bicicleteando. Ay ama!
Primero nos pegamos un buen desayuno en el hostel. Después dudamos entre moto y bici. Yo sabéis la respuesta. Ganó la bici. A unos 15 minutos en bici hicimos nuestra primera parada, el templo Htilominlo. Una auténtica maravilla.
Antes, hicimos unas cuantas pruebas, por si era o no capaz de montar en bici. Lo fui. Pero no es mi cosa favorita del mundo. Tengo que practicar (Nota mental, mejor un carril bici poco transitado que una gran ciudad. Bagán no es peligrosa, hay poco tráfico, pero aún así …)
Cuenta la leyenda, que el rey tenía que escoger entre sus cinco hijos al heredero al trono. El rey decidió utilizar una sombrilla blanca (símbolo real), lanzarla al aire y elegir así a su sucesor, el que la sombrilla señalase. Éste fue Htilominlo. Dónde cayó la sombrilla se construiría el templo que lleva su nombre.
El lugar es maravilloso, y data nada más y nada menos del año 1218. Nosotros, que no somos muy listos, empezamos nuestro recorrido sin saber la cuantía de los ticket. Ahhh! No teníamos dinero suficiente. La entrada a los ruinas de Bagán son 25000 MMK, unos 18 euros por persona. HORROR. No queríamos volver hasta el hostel en bici 🙁 La ticketera se apiado de nosotros y nos dijo que quedábamos a las 15:00 en nuestro hostel para comprar el ticket que nos faltaba. Así que pagando un sólo ticket, entramos al templo.
No os puedo decir mucho más, mirad que pasada.
2229 templos
En las inmediaciones del viejo Bagán hay un total de 2229 templos y pagodas. Imposible ver todas en uno tarde. 😉 Nosotros sólo disfrutamos de unos pocas. Una de ellas fue el templo Khay Min Ga. Pasear entre las pagodas de este lugar es como viajar en el tiempo. De hecho, aquí se encuentra la pagoda pisa. Una pagoda inclinada, una visita obligatoria para los turistas que visitan la zona.
Aunque parezca mentira, Bagán no está considerada como Patrimonio Cultural por la UNESCO. El motivo principal es la restauración y reconstrucción que se llevó a cabo en los años 90, sin respetar las arquitecturas originales y por la utilización de materiales modernos.
Pedro y yo (con nuestra bicicletas) seguimos explorando este mágico lugar. Parando de vez en cuando en algún templo (aunque la verdad, todos son increíbles y se merecen una parada).
Entre ellos visitamos el templo Shwe Gyi. Este templo nos gustó, pero quizá no tanto como otros que descubriremos más adelante.
Más pagodas y comer en un Palacio Real (no tan real)
Seguimos la visita, hemos pasado por un restaurante donde comeremos más tarde, pero antes nos toca visitar el gran templo de Thatbyinnyu, que debe su nombre a la omnipotencia de Buda.
El templo es muy hermoso, e impresiona por fuera de lo inmenso que es. Por dentro sus cuatro grandes Budas, coronan los 4 puntos cardinales. Pero nuestro viaje seguía, habíamos quedado con la chica de los ticket a las 15:00. Queremos comer algo antes.
Nos paramos en un restaurante, que cuenta con una replica del Palacio Real. El restaurante es barato, y así nos ahorramos la entrada al recinto. Tardan bastante en sacar los platos. Menú: tempura de verduras y pescado y una ensalada de champiñones que picaba como un demonio.
Dimos una vuelta por el palacio falso y corriendo al hotel. Pedro se adelantó, porque yo no podía correr tanto con la bici. Hace mucho calor en Bagán. La chica pasó a las 15:00, puntual como un reloj. Pedro llego 5 minutos tarde, y la chica ya no estaba. Así que vuelta a la bici. Yo estaba casi al lado del hotel, y Pedro decidió que quería ir a tomar algo a una cafetería que estaba cerca (cerca mis cojo…) 🙁 Yo no podía más y fui con la bici andando. Tras el descanso (más que merecido), volvimos a la bici.
El atardecer más bonito del mundo (entre otros claro)
Myanmar y sus cielos. No nos han defraudado nunca. Son increíbles. Siguiente parada la Pagoda Shwe San Daw. El viaje fue tranquilo. Más despacito que antes, ya que nadie nos esperaba. Bueno sí el atardecer. Llegamos aún de día, y compramos la segunda entrada (ya teníamos dinero, de nuevo). Pedro se compró además «Los días de Birmania» de George Orwell.
Yo si viene una vendedora con ropa, joyas o sourvenirs, ni me preocupo, pero si venden libros o monedas, 😉 Pedro cae seguro. 🙂
Ver el atardecer en Bagán es un espectáculo maravilloso. De hecho, el piso más alto de la pagoda ya estaba a lleno, y nos bajamos un piso para tener las mejores vistas posibles. Gente había, mucha. Pero, es un momento tan bonito que te olvidas que están allí. Parece que el atardecer es sólo para ti. 🙂
Vuelta a casa en la oscuridad
Antes de que se hiciera de noche, decidimos volver. Pero en seguida se hizo de noche. Así que nos bajamos de las bicis, y fuimos andando, por seguridad (y por cansancio, que ya no estamos para estos trotes). Paramos en la misma cafetería a tomar unas bebidas y a casa a descansar. Buenas noches