Tras nuestro primer día en Kioto, en Japón y en Asia de hace una semana, hoy volveremos a la ciudad de los mil templos a continuar descubriéndola. Escribiendo este artículo varios años después, el recuerdo que tenemos de Kioto está fuertemente relacionado con nuestras primeras impresiones de Japón, sin embargo, como ciudad, hubo otras que nos gustaron más. Actualizaremos esta información en nuestro siguiente viaje 🙂
De Hiroshima a Kioto
Nos levantamos en Hiroshima, que ha sido una experiencia formidable y nos vamos a la estación. Recuerdo bien el acceso subterráneo desde la entrada principal. Aproxidamente unos 90 minutos de viaje, con cambio de tren en Osaka. Una ciudad que aún seguimos sin conocer.
Llegamos a Kioto y fuimos al hostel. El mismo en el que nos quedamos en nuestra primera noche. Hicimos un desayuno en la habitación y ya estábamos preparados para salir a recorrer la ciudad.
El pabellón dorado en Kioto…
Quizá el segundo templo más famoso de la ciudad tras el de Inari, el pabellón dorado fue la primera parada de nuestro día. No tengo un recuerdo particularmente interesante de este templo. No es posible visitarlo por dentro, ni acercarse. (Nada que ver con la maravillosa experiencia en Nara!!) En cualquier caso, fue un paseo agradable.
El templo fue construido originalmente en 1397 como villa de descanso del shōgun Ashikaga Yoshimitsu. Su nombre oficial es Templo del jardín de los ciervos, pero el nombre que ha hecho fortuna hace referencia al recubrimiento de su pabellón más famoso, que funciona como un shariden, guardando las reliquias del Buda. En el techo está ubicado un fenghuang o «fénix chino» dorado.
… y el de plata
Desde allí tomamos un autobús y nos dirigimos al Ginkaku-ji o templo de plata. También es un sobrenombre, pues el nombre oficial es Jishō-ji (慈照寺 Templo de la misericordia resplandeciente). Es una de las construcciones icónicas de la Cultura Higashiyama del Período Muromachi.
De este templo tengo un recuerdo más vago aún, aunque sí recuerdo, creo que fue en este, el vistoso jardín japonés con su karesansui.
El karensansui consiste en un campo de arena rastrillada poco profunda y que contiene arena, grava, rocas representando el mar que alrededor de las rocas se rastrillan en anillos de forma que se quiere lograr una interpretación del movimiento natural y ocasionalmente hierba, musgo y otros elementos naturales están presentes. Son utilizados como forma de meditación por los monjes Zen japoneses. A partir de su contemplación se puede llegar al satori, que viene siendo el nirvana japonés. El arte de paisaje es el arte de engañar al ojo. No hay agua pero no hace falta su presencia porque simbólicamente está presente.
y más templos
Visitamos después los templos de Munetada (sintoista, no budista) y el de Konkai Kōmyō-ji (dedicado al budimos de tierra pura, el de mayor número de adeptos en el archipiélago japonés.
Íbamos teniendo hambre, así que buscamos un sitio para comer llamado Sedona. Decidimos que habíamos visto suficientes templos por un buen rato y fuimos al hostel a echar siesta. Un clásico de los viajes de Nagore.
Paseo nocturno por Kioto
Tras estar un rato en la sala común del hostel salimos a cenar y dar un paseo. Elegimos un McDonalds, que siempre nos resulta divertido y después ponemos rumbo al templo Chion-in, cuya colosal puerta principal, o Sanmon, fue construida en 1619 y es la estructura más grande de su tipo en Japón. Es considerado como un Tesoro Nacional de Japón.
Esa noche veremos una zona de Kioto distinta, más parecida a ciertas estampas que tenemos en nuestra mente del japón feudal, paseando entre hutongs. Recordamos bien que de hecho, nos cruzamos de hecho con una mujer que podría ser una geisha o una maiko, o simplemente una persona con un kimono 🙂